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Cual tabla de salvación

Cambió de rumbo la conversación de amigos profesores cuando se me ocurrió interrumpir el discurso de Juan que entre otras cosas dijo:

-Tú puedes jurar que eso es así como que dos y dos son cuatro-.
Yo- ¿Tu estás seguro que dos más dos son cuatro?
Juan y todos los demás: -¡Claro!
Yo- Dos más dos eran cuatro cuando estábamos aprendiendo a sumar a los cinco años de edad, después de eso, año tras año de escolarización aprendimos que dos más dos puede ser cualquiera otra cosa diferente de cuatro, pero lo que menos será es cuatro-.
Juan-¡Anjá, mira eso!-
Yo-Juan, dime si dos gotas de agua más dos gotas de agua son cuatro gotas de agua.
Y seguí enumerando lo que aprendimos en segundo, tercero, cuarto, quinto grados hasta llegar a la universidad, y en todos ellos aritmética, lógica, geométrica, algebraicamente la suma de dos más dos requiere de un sinnúmero de criterios antes de que pueda ser cuatro. Que para que sean cuatro los elementos deben ser iguales, que deben ser enteros, que deben ser sólidos, que deben ser indeformables, etc.
No llegamos a ningún puerto pues el tema se convirtió en chercha, lo que hace la gente cuando ya no quiere pensar mas. Mi conclusión de este evento es que los seres humanos hacemos del conocimiento religión, donde nos casamos con verdades para todo universales, buenas y válidas. Y, lo menos productivo es esa resistencia a desaprender, a cambiar lo que creemos que sabemos, empeorado por la falta de búsqueda, de indagación de otras áreas diferentes de nuestros conocimientos, a los que estamos atados cual tabla de salvación.

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