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Una Estrategia Cultural para la Zona Oriental como Instrumento para fortalecer la educación, la seguridad y la paz

El momento es oportuno para atraer la atención sobre la importancia de diseñar una Política Cultural para el municipio de Santo Domingo Este, ahora que se inicia una nueva gestión municipal encabezada por el señor Alfredo Martínez, en la que los regidores y funcionarios de la Alcaldía se están preparando para discutir lo relativo al desarrollo de la Zona Oriental.

Los moradores del sector tenemos la confianza de que la cultura ocupe un importante lugar en los proyectos, que se dice, pronto serán aprobados en beneficio de la colectividad. Esa expectativa tiene su explicación.

La cultura es la gran excluida de Santo Domingo Este, municipio de la Provincia Santo Domingo. Conocido como Zona Oriental, el sector está formado por cientos de barrios populares y residenciales, además del distrito municipal de San Luis, siendo el sector de Los Mina, por la cantidad de habitantes y actividades comerciales y empresariales, el más importante de todos. Por las instalaciones industriales el de más trascendencia lo es la zona franca de San Isidro; pero también son emblemáticos el Ensanche Ozama, Alma Rosa, Villa Duarte, Invivienda, Mendoza, Hainamosa y Villa Faro. En ellos residen cientos de miles de jóvenes y adultos, a la espera de una reacción oficial que frene la delincuencia y haga renacer la esperanza.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE), la población de la Provincia alcanzaba en el 2009, los dos millones de personas y de ellas 750, 000 jóvenes y adolescentes vivían en el municipio de Santo Domingo Este. De esa población en edad escolar, unos 209 mil estaban inscritos en 1,286 centros educativos de la zona, repartidos en 340 planteles de la educación pública, 911 colegios privados y 35 instituciones educativas semi-oficiales. La mayoría de los escolares, el 20%, es ubicada por la ONE en la condición económica de “muy pobres”.

Sin embargo, la población juvenil del sector no tiene lugares que estén mínimamente focalizados en las prácticas y gestiones culturales. Es como si en las autoridades de la Provincia, y del municipio no existiera conciencia sobre el papel que ejerce la cultura en la educación, en el desarrollo de la ciencia, y en la formación de jóvenes con conciencia ciudadana. La falta de interés en el desarrollo cultural de los que vivimos de “este lado del rio”, como gusta decir a los residentes del Distrito Nacional, se refleja a través de las obligadas válvulas de escape representadas en los miles de colmadones, bares, discotecas, lugares para el juego de azar, puntos de drogas, delincuencia y violencia cotidiana. Se puede decir, que en materia cultural, Santo Domingo Este está, lamentablemente, abandonada a su suerte, y esto debe de cambiar.

Aunque carecemos de estudios sociodemográficos actualizados que presenten el perfil de la Zona Oriental, las informaciones aportadas por las investigaciones existentes son deprimentes: de las 30,750 bancas existentes en la República Dominicana en el 2013, la Provincia Santo Domingo era la que más lugares tenía para el juego de lotería, concentradas en más de un 70%, en los barrios del municipio oriental. Parece una tendencia en la que conocidas calles y avenidas de la zona, se van especializando en actividades comerciales: por ejemplo, la vía o “la pista” de San Isidro, tiene a cada lados decenas de moteles, mientras que la avenida Venezuela es sitio exclusivo para bares y discotecas, y en la San Vicente de Paul están instalados hoteles, bares, algunos casinos, bingos y colmadones. En muchas equinas hay sitios de dudosas actividades y también los hay para los deportes, y sin embargo no hay una calle, un punto de referencia para los encuentros culturales; no existen espacios en que los jóvenes se puedan nutrir del saber y la cultura.

Una parte de la juventud del sector vive atrapada en una sombría situación que gira en torno al juego, las actividades de diversión, la violencia, el consumo de droga, alcohol y la prostitución, que resultan superabundantes en la zona oriental. Sin embargo, las prácticas culturales son mínimas, por no decir inexistente, siendo el área educativa la que presenta signos positivos a favor de la comunidad en su conjunto, pues por suerte existen tres extensiones universitarias, varios politécnicos y un centro tecnológico en el municipio de San Luis; pero la educación, para ser efectiva y favorable a la comunidad, necesita de otros apoyos para cumplir con la formación de los jóvenes. Requiere lugares destinados exclusivamente para la formación y el desarrollo cultural.

Foto: Alejandro Paulino.

En el 2014 la ONE publicó un informe en el que se enfocaba la importancia de los “espacios culturales” viéndolos como “infraestructuras donde se consumen y practican disciplinas culturales”. En el texto publicado, se expresa lo siguiente:

“La cultura es uno de los grandes pilares del cada vez más abarcador concepto de desarrollo. (…). Los aspectos culturales deben incluirse en las políticas de desarrollo, entendiendo que el progreso se vincula a la cultura, en tanto que esta última interviene en la educción, el conocimiento científico, el entendimiento mutuo y la difusión del saber para alcanzar sociedades justas, más seguras y en paz”. (Véase” ONE, “Infraestructura cultural en República Dominicana”. Panorama Estadístico, No. 73, octubre 2014). El estudio es explícito al tratar de motivar la importancia de lo que ellos llaman “espacios culturales”, y dice más: que las “comunidades necesitan contar con espacios para ejercer sus derechos culturales”. Pero como todos los que vivimos en esta zona del gran Santo Domingo sabemos, en nuestro municipio no existen estos espacios y si tuviéramos algunos, nadie sabe dónde quedan o si realmente están laborando como tal.

Los datos aportados por la ONE no dejan de ser preocupantes y exigen una estrategia que nos ayude a revertir el descalabro social que se está viviendo. Lo que dice la oficina gubernamental responsable de los estudios estadístico-sociodemográficos, sirve como alerta. De no actuarse con prontitud, la desesperanza arropara de manera definitiva a los munícipes y la delincuencia terminaría ganando la batalla.

El cuadro presentado, resultado de una encuesta hecha por esa institución, es el siguiente: Solo el 46% de los jóvenes hasta los 17 años dice leer algún libro una hora a la semana. El 18% leen periódicos, sin embargo, el 80% ve diariamente la televisión y el 46% escucha música. También, que solo el 15% visita las bibliotecas, casi siempre buscando informaciones para cumplir con las tareas escolares. El 57% contestó que participa en algunas actividades religiosas, el 24% practica deportes, y lean esto: el 64% de los encuestados respondió que utilizaba su tiempo para estar con los amigos en las calles. Aunque estos números no los explica todo, es justo que se tomen en cuenta a la hora de diseñar una estrategia y una ofensiva cultural permanente en el Santo Domingo Este.

En cuanto a los “espacios culturales”, la ONE aporta la información de que el Distrito Nacional, con un población menor que la del Gran Santo Domingo, cuenta con 40 espacios culturales, mientras que la Provincia Santo Domingo, que incluye Santo Domingo Este, solo tiene 9 estructuras que pueden ser considerados como tales y de estas, 5 son cines. De los cuatro restantes espacios, en Villa Duarte se encuentran abiertas la “Casa de la Cultura”, el Acuario y el Faro a Colón. Los demás, están relacionados directamente con las escuelas públicas y colegios privados o con universidades, y no son considerados como espacios culturales; por ejemplo, de las 270 bibliotecas registradas en la ONE, solo el 19 % son públicas, y en su mayoría son pequeños libreros instalados en los centros educativos.

Para que existan espacios culturales, es necesario que las autoridades nacionales y municipales desarrollen un amplio plan de desarrollo cultural del municipio, de modo que la juventud comience a alejarse del vicio y actividades que en nada ayudaran a su formación como ciudadanos en capacidad de aportar a la colectividad.

Se requiere crear escuelas especializadas, formar clubes en los que se enseñe y se hagan presentaciones teatrales; talleres artesanales para la fabricación de objetos en diferentes tipos de materiales, para producir un impacto en la economía familiar; museos en los que se recojan aspectos históricos y culturales del municipio, lo que incidiría en la consolidación de la identidad del conglomerado local; verdaderas bibliotecas públicas, para que los estudiantes y amantes de la lectura no tengan que trasladarse al Distrito Nacional para poder leer un libro o cumplir con alguna tarea educativa. Se necesita rescatar y/o acondicionar los lugares históricos como son la estructura del puente Ozama (el primero construido, en el siglo XIX), que luce abandonado, convertido en lugar de prostitución; los Tres Ojos de Agua, el Acuario y el Faro a Colón. Este último parece un monstruo desolado a la espera de mejor suerte.

Se hace necesario la existencia de una buena hemeroteca, la que puede ser abierta con el apoyo del Archivo General de la Nación y sus colecciones de periódicos y revistas dominicanas digitalizadas, por igual relacionada con una biblioteca de textos nacionales y de otras índoles, espacios fundamentales para las prácticas culturales y educativas. Es imprescindible se formen grupos de poesía coreada, talleres literarios y círculos de lectores; escuelas de música, canto, teatro, pintura, y un sitio con todas las facilidades y condiciones para celebrar conferencias, cursos y puestas en circulación de libros, así como proyectar documentales culturales, abrir exposiciones de pinturas, con recursos apropiados para su accionar. (Esto nos hace pensar en el recién inaugurado edificio de la Alcaldía, amplio y situado en el corazón del Municipio). Hace falta un buen parque natural y rescatar los sitios históricos y educativos.

Creo que estamos en el momento preciso para revertir lo que está pasando en la Zona Oriental, ahora que comienza una nueva gestión municipal; pero para eso se hace imprescindible que las autoridades nacionales y municipales, apoyados en las instituciones culturales del Distrito Nacional, en los centros educativos superiores, y en todo el que esté dispuesto a colaborar con recursos, ideas y propuestas solidarias, desarrollar una estrategia cultural que impacte en el conglomerado social, merecedor de una mejor forma de vida. Los moradores del municipio esperan. Las autoridades nacionales y municipales tienen la palabra.

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