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Voces Inmigrantes en República Dominicana

El Arte Libre no tiene un lugar, pertenece a todos los lugares. El pasado viernes 27 de abril perteneció a la más importante sala de este refugio de Arte Libre llamado Santo Domingo, y la dignificó. Sobre sus tablas estuvo un exquisito conjunto de verdaderos artistas, grandes artistas de calle y callejón. Talentos que transforman la cultura lanzando al viento el producto de su creatividad sin más interés que la satisfacción de crear.

Esto nació de un sueño. Un sueño de unir voces, sonidos, colores e ideas, distintas en su expresión, pero iguales en su intención. Un sueño soñado por una soñadora que sueña despierta. Una soñadora que es mujer, que es madre, que es hija, que es hermana, que es amiga. Una soñadora que es creadora, que es concreta, que despierta y hace sueños realidad. Ania Paz, amiga entrañable, llevo su sueño a esas nobles tablas y nos hizo a todos soñar más allá de lo que ella misma pueda imaginar.

A lo largo de la presentación sucedieron grandes cosas. Primero escuchamos los sonidos de pasos sobre las tablas, eran los pasos de gigantes que conformaron una banda, que al ejecutar, aguaban las miradas y erizaba el pellejo. Luego sonó un poema, “Los Inmigrantes”, y la voz inconfundible, potente y hermosa, de una elegantísima Yanela Hernández, nos dio, con las estructuradas palabras de Norberto James, la muestra de lo que podíamos esperar. Después sonó el jazz, el jazz de pueblo, el jazz de negros, de blancos y de indígenas, el jazz de verdad. Y como banda de maestros tocaron “Encuentro”, y después “Miniature”, pieza que había escuchado muchas veces, pero que por primera vez pude apreciar el significado de su fusión. Una excelsa fusión que, en aire de BeBop, destaca el vibrante color de nuestro latín-afro-caribe jazz. Y así dieron la pauta musical a una noche que sería para recordar.

Salió Tadeu de Marco a escena, con su carisma nos llevo a las calles de un Río de Janeiro cualquiera y nos invitó a bailar Samba. Luego Manuela Rodríguez nos arrastró por la nostalgia con lo mejor del tango Bonaerense de Piazzola y su “Balada Para un Loco”. Henri Hebrard, al estilo de Jacques Brel, nos invita a la orilla del Sena para rogarnos que no lo dejemos con el “Ne me quitte pas”. Después, el hermoso sonido de las cuerdas se combinó con la belleza femenina de la tangible Europa, la del Este, y Militza Iankova y Milena Zivkovic nos hacen la noche clásica con “Classic Night”. Las sucede un “compueblano”, Victor Mitrov, un trompetista que se convierte en Cantante, en Showman, y con atuendo de mega estrella, en impecable ejecución, cantó “Save the last dance for me” de Michael Bublé.

Entonces llegó la noche a la cumbre, y el arte hizo lo que está llamado a hacer, mostrar la verdad, esa que no se puede acallar y que a veces molesta. Y cambio la escena, y cambio el momento, y honro el significado del evento. Se escucharon los pasos de un hombre negro, un hombre libre, un hombre que viene de lo alto, que viene de Haití. Y Berthony Jelobois canta con su voz de Baritono “Fin ch’han dal vino” de Mozart, en una graciosa forma combinada con bailarines de Hip Hop. Pero luego, baja a la realidad de la historia cuando nos canta “Panama’m Tombe”. Y la escena lo dice todo. Haití delante, con voz grave, alegre y criolla. A uno pocos pasos detrás, un coro de niños blancos y mulatos, dominicanos, lo acompañan con sus dulces voces de futuro y esperanza. A su izquierda, un coro de tres adultos: Dos mulatos dominicanos y un blanco francés. Y ahí estaba la historia contada como es, y como siempre será, y se hace posible en el arte libre porque es la realidad. Porque así es desde hace un poco más de dos siglos, cuando Haití dio el grito de libertad y empuño armas de gloria liderando la lucha de liberación de todos los pueblos que viven esclavos de la mentira, de la división, de la manipulación y de cualquier forma de opresión.

Luego de esto, cualquier cosa que sucediera solo podía ser parte de la emoción, porque ya más emoción no se podía lograr. Llego Toné Vicioso con su Guitarra y nos electrificó con ese particular sonido de la Fender Stratocaster con Overdrive sobre el Ritmo Latino. Alexandre Segui nos endulzo con su voz y nos cubaneó con “El Cuarto de Tula”. Al final, regresó la Voz de Yanela Hernández con el poema “Paisaje con un Merengue al fondo” de Franklin Mieses Burgos, acompañado del sonido de Caña Brava. Y se lleno de lo afro y lo hispano y lo indígena y se bailo un buen merengue entre Perú, Brasil, Argentina, Francia, Bulgaria, Serbia, Haití y Dominicana. Y se gozó.

Este evento nos conectó con la libertad, vivimos la verdad de que sin importar nuestro origen y nuestro destino, somos en esencia lo mismo, somos iguales. No importa cuantos muros nos construyan, cuantas mentiras nos cuenten, esos muros siempre caerán y siempre saldrá a relucir la verdad, a través de las ideas y de los sueños hechos realidad. A través del Arte Libre.

Felicidades a ese gran elenco de artistas por tan grandiosa presentación. Gracias a Ania Paz por convertir en realidad los sueños. Gracias a todos por dignificar nuestra más importante sala.

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