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Remembranzas del soborno

La autenticidad del soborno tiene ribetes que van más allá de una simple entrega de recursos económicos proveniente de sobornantes y sobornados. Es un sostén desequilibrado con ciertos desatinos que se refleja a diario entre personas influyentes, encabezados por representantes empresariales, profesionales, periodistas, ecologistas, comunicadores, religiosos y organizaciones no gubernamentales, entre otros, que urgan en la cimientes del trono oficial para obtener beneficios certificados fraudulentamente.

Si lo analizamos desde un contexto objetivo, apegado a la verdad y abordando áreas que esgrimen a contrapelo el verdadero significado de los casos de sobornos en la República Dominicana, estos no sólo tienen ribetes en materia política y empresarial, sino que también imperan en el ámbito académico cuando el alumno paga cierta suma de dinero y ofrece algo preciado a su profesor para que le apruebe la materia o el curso de su carrera.
En el ámbito empresarial no hay favores sin sobornos. Por ejemplo, es común en nuestro país, el hecho de que vendedores les pagan a los encargados de compras para que adquieran determinados productos o servicios y los vendan con el objetivo de que elija su propuesta en contra de la competencia.
El caso Odebrecht, empresa brasileña dedicada a la construcción de obras millonarias en la República Dominicana y otros continentes del mundo no es el único de coima (soborno). Las dádivas también están en los recónditos despachos de las Cámaras Legislativas, Ministerios, Procuraduría General de la República, Policía Nacional, Fiscalías, Ayuntamientos Municipales, en fin, no hay una sola dependencia del estado que no ponga en sus intríngulis la práctica de la corrupción antes que trabajar por el desarrollo y la estabilidad del país.
El soborno también es estratégico para obtener dinero. El caso más palpable fue la reciente temporada de beisbol dominicana. El equipo del Licey estaba a tiro de hit para ganarle la serie final a Las Águilas del Cibao. Lograron llegar a un empate, todo con el único propósito de llenar los estadios para sacarle dinero a los fanáticos. El último partido lo ganó el Licey. Desde un tiempo a esta parte son frecuentes las denuncias sobre atletas que cobran dinero por encima del contrato para dejarle ganar al adversario. ¿A caso no esto corrupción?
En los gobiernos del otrora presidente Joaquín Balaguer fue notorio en el Congreso Nacional “el hombre del maletín”, que se apersonaba con fines de sobornar a los legisladores hasta obtener mayoría para que les aprobaran proyectos de su beneficio y al culminar la sesión legislativa desfilaban en fila india hacia los baños para recibir el dinero. Hoy en día prefieren no dejar huellas. Los pagos por sobornos son mediante las donaciones de camiones, carros fúnebres, ambulancias, carros deportivos, electrométricos, materiales para la construcción, computadoras, dinero que les depositan las empresas en sus cuentas de bancos por concepto de aprobación de préstamos para la construcción de proyectos, entre otros beneficios cuestionables.
El soborno es un capítulo que está plasmado en los programas de gobiernos ejecutivos, legislativos, municipales y hasta judiciales, emprendidos por sus dirigentes a través del principal mentor el presidente de la república, a los fines de mantenerse en el poder y darle continuidad al manejo turbio e inadecuado de los recursos del estado.
La trascendencia de soborno por parte de la empresa Odebrecht no sólo enturbia a los gobiernos del PLD, sino también al último del PRD. Además desmoraliza a testaferros de algunos legisladores y funcionarios del partido oficialista. Hace 17 años un escándalo similar se produjo en la Argentina, el cual estremeció la opinión pública y la dirigencia política con el denominado caso “coimas en el senado”, sobre la recepción de sobornos por parte de legisladores para aprobar una cuestionada ley de flexibilización laboral que golpeó duro al presidente Fernando De la Rúa.
Los costos políticos de los gobiernos no se pagan en el marco de la gestión gubernamental, más bien surten efectos en el marco de la carrera política de cada dirigente partidista. Además de constituir un delito, el soborno es una falta de ética promiscua. Si el propósito de los políticos es ser reconocido moralmente, pues deberían desarrollar actividades para ser más transparente en el uso de los recursos públicos.
 
El autor es Periodista
Reside en Estados Unidos
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Remembranzas del soborno

La autenticidad del soborno tiene ribetes que van más allá de una simple entrega de recursos económicos proveniente de sobornantes y sobornados. Es un sostén desequilibrado con ciertos desatinos que se refleja a diario entre personas influyentes, encabezados por representantes empresariales, profesionales, periodistas, ecologistas, comunicadores, religiosos y organizaciones no gubernamentales, entre otros, que urgan en la cimientes del trono oficial para obtener beneficios certificados fraudulentamente.

Si lo analizamos desde un contexto objetivo, apegado a la verdad y abordando áreas que esgrimen a contrapelo el verdadero significado de los casos de sobornos en la República Dominicana, estos no sólo tienen ribetes en materia política y empresarial, sino que también imperan en el ámbito académico cuando el alumno paga cierta suma de dinero y ofrece algo preciado a su profesor para que le apruebe la materia o el curso de su carrera.
En el ámbito empresarial no hay favores sin sobornos. Por ejemplo, es común en nuestro país, el hecho de que vendedores les pagan a los encargados de compras para que adquieran determinados productos o servicios y los vendan con el objetivo de que elija su propuesta en contra de la competencia.
El caso Odebrecht, empresa brasileña dedicada a la construcción de obras millonarias en la República Dominicana y otros continentes del mundo no es el único de coima (soborno). Las dádivas también están en los recónditos despachos de las Cámaras Legislativas, Ministerios, Procuraduría General de la República, Policía Nacional, Fiscalías, Ayuntamientos Municipales, en fin, no hay una sola dependencia del estado que no ponga en sus intríngulis la práctica de la corrupción antes que trabajar por el desarrollo y la estabilidad del país.
El soborno también es estratégico para obtener dinero. El caso más palpable fue la reciente temporada de beisbol dominicana. El equipo del Licey estaba a tiro de hit para ganarle la serie final a Las Águilas del Cibao. Lograron llegar a un empate, todo con el único propósito de llenar los estadios para sacarle dinero a los fanáticos. El último partido lo ganó el Licey. Desde un tiempo a esta parte son frecuentes las denuncias sobre atletas que cobran dinero por encima del contrato para dejarle ganar al adversario. ¿A caso no esto corrupción?
En los gobiernos del otrora presidente Joaquín Balaguer fue notorio en el Congreso Nacional “el hombre del maletín”, que se apersonaba con fines de sobornar a los legisladores hasta obtener mayoría para que les aprobaran proyectos de su beneficio y al culminar la sesión legislativa desfilaban en fila india hacia los baños para recibir el dinero. Hoy en día prefieren no dejar huellas. Los pagos por sobornos son mediante las donaciones de camiones, carros fúnebres, ambulancias, carros deportivos, electrométricos, materiales para la construcción, computadoras, dinero que les depositan las empresas en sus cuentas de bancos por concepto de aprobación de préstamos para la construcción de proyectos, entre otros beneficios cuestionables.
El soborno es un capítulo que está plasmado en los programas de gobiernos ejecutivos, legislativos, municipales y hasta judiciales, emprendidos por sus dirigentes a través del principal mentor el presidente de la república, a los fines de mantenerse en el poder y darle continuidad al manejo turbio e inadecuado de los recursos del estado.
La trascendencia de soborno por parte de la empresa Odebrecht no sólo enturbia a los gobiernos del PLD, sino también al último del PRD. Además desmoraliza a testaferros de algunos legisladores y funcionarios del partido oficialista. Hace 17 años un escándalo similar se produjo en la Argentina, el cual estremeció la opinión pública y la dirigencia política con el denominado caso “coimas en el senado”, sobre la recepción de sobornos por parte de legisladores para aprobar una cuestionada ley de flexibilización laboral que golpeó duro al presidente Fernando De la Rúa.
Los costos políticos de los gobiernos no se pagan en el marco de la gestión gubernamental, más bien surten efectos en el marco de la carrera política de cada dirigente partidista. Además de constituir un delito, el soborno es una falta de ética promiscua. Si el propósito de los políticos es ser reconocido moralmente, pues deberían desarrollar actividades para ser más transparente en el uso de los recursos públicos.
 
El autor es Periodista
Reside en Estados Unidos
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