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El progreso desordenado

Pretender que hay progreso sin orden, sólo existe en aquellas mentes desvirtuadas que se vistieron de pulcritud para llevarnos por el nuevo camino; una vez ya en el nuevo camino comenzó la carrera hacia el progreso, claro siempre ¡Palante!

Un progreso que llegó de manera selectiva, primero ellos y luego ellos; mientras tanto el orden podía esperar. Montados ya en la nave del progreso, las vestiduras de pulcritud comenzaron a producir escozor, entonces llegó el momento de cambiar de vestido. Ahora había que colocarse la armadura del Rey Arturo y empuñar su espada; la primera para salir ileso de todo ataque y la otra para degollar todo aquello que intente hacerles daño.

El tren que conduce hacia el progreso seguía su trayectoria sin parar, ni siquiera para tomar impulso se detenía, porque para que el progreso no se detenga, aquí todo se vale.

Ese progreso que existe tan sólo en un slogan, en un discurso anémico que ya es longevo y que no puede sostenerse porque ya sus pies no dan para más. Aun así la lengua da para mucho, y mientras haya quien compre su boleta para entrar a ver el espectáculo, éste se seguirá vendiendo y tanda tras tanda en el teatro seguirán llenándose los asientos; las mentes cortas, los oídos somnolientos y las barrigas vacías seguirán escuchando esa melódica voz que les dice estamos progresando… Mientras ese día no pudieron ver a Cavada porque a esa hora no había energía eléctrica y la canción de Kaki Vargas de “los moquitos puyan” era el más triste pensamiento.

 

De poco ha valido ese crecimiento económico del que tanto nos vanagloriamos , mientras nos atracan una tarde cualquiera para despojarnos de la paga de todo un mes de trabajo; no sirve de nada vivir en la más alta torre encumbrada, si para vivir con dignidad tengo que disponer de un generador de electricidad individual ; sirve de poco tener un metro, mientras la educación vial es nula y el transporte público es el verdadero caos; en el país de Latinoamérica que más crece después de Panamá, hay que cantearse bien si se quiere servicio de salud con calidad.

Un progreso desordenado tan solo ha servido para que los de arriba lleguen al cielo y los de abajo se encuentren en el suelo con un pie encima de la cabeza. Los artífices de nuestro “progreso” también tendrán que poner orden; si no lo hacen, después que todo pase serán tristemente recordados.

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El progreso desordenado

Pretender que hay progreso sin orden, sólo existe en aquellas mentes desvirtuadas que se vistieron de pulcritud para llevarnos por el nuevo camino; una vez ya en el nuevo camino comenzó la carrera hacia el progreso, claro siempre ¡Palante!

Un progreso que llegó de manera selectiva, primero ellos y luego ellos; mientras tanto el orden podía esperar. Montados ya en la nave del progreso, las vestiduras de pulcritud comenzaron a producir escozor, entonces llegó el momento de cambiar de vestido. Ahora había que colocarse la armadura del Rey Arturo y empuñar su espada; la primera para salir ileso de todo ataque y la otra para degollar todo aquello que intente hacerles daño.

El tren que conduce hacia el progreso seguía su trayectoria sin parar, ni siquiera para tomar impulso se detenía, porque para que el progreso no se detenga, aquí todo se vale.

Ese progreso que existe tan sólo en un slogan, en un discurso anémico que ya es longevo y que no puede sostenerse porque ya sus pies no dan para más. Aun así la lengua da para mucho, y mientras haya quien compre su boleta para entrar a ver el espectáculo, éste se seguirá vendiendo y tanda tras tanda en el teatro seguirán llenándose los asientos; las mentes cortas, los oídos somnolientos y las barrigas vacías seguirán escuchando esa melódica voz que les dice estamos progresando… Mientras ese día no pudieron ver a Cavada porque a esa hora no había energía eléctrica y la canción de Kaki Vargas de “los moquitos puyan” era el más triste pensamiento.

 

De poco ha valido ese crecimiento económico del que tanto nos vanagloriamos , mientras nos atracan una tarde cualquiera para despojarnos de la paga de todo un mes de trabajo; no sirve de nada vivir en la más alta torre encumbrada, si para vivir con dignidad tengo que disponer de un generador de electricidad individual ; sirve de poco tener un metro, mientras la educación vial es nula y el transporte público es el verdadero caos; en el país de Latinoamérica que más crece después de Panamá, hay que cantearse bien si se quiere servicio de salud con calidad.

Un progreso desordenado tan solo ha servido para que los de arriba lleguen al cielo y los de abajo se encuentren en el suelo con un pie encima de la cabeza. Los artífices de nuestro “progreso” también tendrán que poner orden; si no lo hacen, después que todo pase serán tristemente recordados.

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