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Las pequeñas cosas, Danilo

Confiar en la estación gasolinera, en el combustible que te echan, la calidad, cantidad, sin que te puedan engañar y dañar luego el motor de tu vehículo, ante la mafia de unos inspectores de los organismos oficiales que tengan que ver con la vigilancia y supervisión, pero que los “cheles recibidos” hacen la contraparte.

Llevar un tanque de gas a llenar y recibir un treinta por ciento o más de aire, con sistema mecánico alterado de los equipos de dispensación y llenado, sin tener nadie que defienda por la misma mafia anterior. 

Presentar una querella contra robo o asalto en los organismos castrenses y morir esperando recuperación, cuando la mafia imperante está en quienes nos deben proteger y ayudar, pues combinan con los malhechores para quitar las prendas robadas y quedarse con ellas.
 
La zozobra en los barrios con los puntos de drogas, los disparos en las noches y una inseguridad que encierra sus moradores tempranos en las noches para dejar limpia las calles a los delincuentes por temor a sufrir sus fechorías.
 
Adquirir medicinas o alimentos de consumo humano entendiendo que van a ser de provecho, y resulta que las falsificaciones al granel que se hacen por doquiera no dan garantías de llevar al organismo digestivo la calidad requerida de lo que ha pagado con su dinero.
 
La imprudencia de un vecino, embriagado con su música a todo volumen, sin importar la paz pública ni la enfermedad de la anciana de al lado, pues la fantochería puede más que la solidaridad entre moradores de la barriada.
 
La dejadez en la enseñanza, postrada por reclamos inconsecuentes disfrazados de justos, que no reparan en daños, reclamando más salarios y condiciones de los planteles con tediosos paros que merman la calidad de la educación, independientemente de que se requiera más presupuesto al sistema.
 
La garantía de mejor salud en una seguridad social que plantea una ley compleja al usuario, pero que los recursos recibidos son insuficientes para atender una demanda que excede las fronteras, pues los vecinos de Haití se llevan un alto por ciento de los servicios, medicamentos e insumos sin pagar un solo centavo.
 
El acoso tributario a los que realmente pagan, remitiéndoles notificaciones y multas alegres por cualquier dejadez, mientras a los grandes evasores se les deja impone, amén de complicarles las vidas a las Mipymes con tantos tecnicismos burocráticos para que puedan pagar sus tributos.
 
Pequeñas cosas Danilo que debemos abocarnos a mejorar en su gestión, que están minando poco a poco la vida de los dominicanos, y que de no ponerles “un alto” podríamos ir degenerando hacia un estallido social a mediano plazo.
 
El autor, Mayobanex De Jesús Laurens, es dirigente medio del PLD, en Barahona

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Confiar en la estación gasolinera, en el combustible que te echan, la calidad, cantidad, sin que te puedan engañar y dañar luego el motor de tu vehículo, ante la mafia de unos inspectores de los organismos oficiales que tengan que ver con la vigilancia y supervisión, pero que los “cheles recibidos” hacen la contraparte.

Llevar un tanque de gas a llenar y recibir un treinta por ciento o más de aire, con sistema mecánico alterado de los equipos de dispensación y llenado, sin tener nadie que defienda por la misma mafia anterior. 

Presentar una querella contra robo o asalto en los organismos castrenses y morir esperando recuperación, cuando la mafia imperante está en quienes nos deben proteger y ayudar, pues combinan con los malhechores para quitar las prendas robadas y quedarse con ellas.
 
La zozobra en los barrios con los puntos de drogas, los disparos en las noches y una inseguridad que encierra sus moradores tempranos en las noches para dejar limpia las calles a los delincuentes por temor a sufrir sus fechorías.
 
Adquirir medicinas o alimentos de consumo humano entendiendo que van a ser de provecho, y resulta que las falsificaciones al granel que se hacen por doquiera no dan garantías de llevar al organismo digestivo la calidad requerida de lo que ha pagado con su dinero.
 
La imprudencia de un vecino, embriagado con su música a todo volumen, sin importar la paz pública ni la enfermedad de la anciana de al lado, pues la fantochería puede más que la solidaridad entre moradores de la barriada.
 
La dejadez en la enseñanza, postrada por reclamos inconsecuentes disfrazados de justos, que no reparan en daños, reclamando más salarios y condiciones de los planteles con tediosos paros que merman la calidad de la educación, independientemente de que se requiera más presupuesto al sistema.
 
La garantía de mejor salud en una seguridad social que plantea una ley compleja al usuario, pero que los recursos recibidos son insuficientes para atender una demanda que excede las fronteras, pues los vecinos de Haití se llevan un alto por ciento de los servicios, medicamentos e insumos sin pagar un solo centavo.
 
El acoso tributario a los que realmente pagan, remitiéndoles notificaciones y multas alegres por cualquier dejadez, mientras a los grandes evasores se les deja impone, amén de complicarles las vidas a las Mipymes con tantos tecnicismos burocráticos para que puedan pagar sus tributos.
 
Pequeñas cosas Danilo que debemos abocarnos a mejorar en su gestión, que están minando poco a poco la vida de los dominicanos, y que de no ponerles “un alto” podríamos ir degenerando hacia un estallido social a mediano plazo.
 
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