La Iglesia Católica sigue metiendo la pata permitiendo como cabeza de grupos a curas con desviaciones sexuales, que en vez de sembrar el evangelio, siembran el odio, el engaño y la frustación de familias que aunque se castiguen justamente dichos delitos, no podrán curar jamás las heridas de estas acciones. No basta discursos bonitos en el púlpito, no basta conseguir dádivas a comunidades sumergidas en la pobreza, no basta promesas de bienestar a jovencitos para viajar por una vía fácil. Se hace necesario una profilaxis en todas las instituciones de poder, que han sido permeadas por la pudredumbre, haciéndose cómplices de todo tipo de acciones corruptas. Hay que limpiar las alcaldías de alcaldes, regidores, o empleados municipales, sean del sexo que sean, que manchen la honra de los que si quieren trabajar por el bienestar en sus comunidades. En momentos en que el Ministerio de Turismo y Unicef firman acuerdos para evitar que los menores sean explotados sexualmente, le llega al país esta bofetada.