A finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, los tentáculos tenebrosos de la férrea dictadura de Trujillo, traspasaron las fronteras insulares, orquestando en toda América una serie de atentados en contra de personalidades del campo político y social, sindicados como desafectos de su régimen. El terror interno que se vivía en esa media isla, empujaron a un puñado de valientes a la consumación del magnicidio heroico de la noche memorable del 30 de mayo del 1961.