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Testimonio de una constancera ante la tortura de su familia por ruido 

Xiomara De León Jiménez, se queja amargamente de haber sido víctima de contaminación acústica, sin que nadie la auxiliara. Xiomara De León Jiménez, se queja amargamente de haber sido víctima de contaminación acústica, sin que nadie la auxiliara.

 

Con unos u otros reportes que hemos hecho sobre el impacto del ruido en esta localidad, los penúltimos en este medio, se viene destaponando la botella donde ha estado la conciencia de la gente atrapada, porque ya las víctimas de la agresiva manifestación sonora pueden canalizar su llanto, reprimido por la indiferencia estatal, que no solo ignora el sufrimiento de las víctimas, sino que simula no escuchar sus llantos y su voz de rabia ante los verdugos y el desamparo.  

MunicipiosalDía publica íntegra una carta que nos enviara la señora Xiomara de León Jiménez, desahogando su corazón de los tristes momentos que relata tuvo que soportar, junto a su madre enferma, atrapadas en un ambiente de violencia musical recurrente. 

Santo Domingo, RD

24 de marzo del 2024 

Sr.

Adolfo Paniagua Contreras

Periódico MunicipiosalDía

Constanza, RD.

Distinguido señor:

Con relación a los reportajes que has hecho sobre el problema del ruido en Constanza, quiero hacer mi aporte para que tanto el pueblo como las autoridades recuerden que no es la primera vez que ocurre ese desorden, ni será la última. En ese sentido, quiero que, si es posible, me le den cabida a este comentario que me urge hacer, tal vez como una forma de desahogo, porque mi familia y yo vivimos esa atrocidad y falta de humanidad por parte de terceros. 

Yo iba con mucha frecuencia a Constanza, porque mi madre estaba enferma, tenía Alzheimer, y esa situación hacía que ella estuviera cada día peor. No podía dormir por el escándalo que, noche tras noche, había frente a frente a mi casa…Tal vez muchos hoy puedan confirmar lo que te comento por esta vía.

¿Quién era el culpable de esa terrible situación?, Melvin Quezada!!!!! Ese solar del frente nuestro en principio era de Leonel Grateraux, por cierto, muy amigo de mi familia.

No sé si fue el papá de Melvin que lo compró, o fue el mismo Melvin, de quien no olvido jamás su maltrato y desconsideración hacia una mujer enferma. Y, ¿poque? Porque fue la persona que no tuvo reparos en montar un Licour Store en un barrio tranquilo y sin bulla: Se llamaba Licour Store Q...

Te comento que esos tiempos fueron para nosotros espantosos, humillantes, estresantes y muy dolorosos. Tal vez hoy muchos recuerden eso y sientan cierto remordimiento, si es que hay en sus corazones empatía por el prójimo.

Estando yo allá, llamaba a la Policía y a Medio Ambiente, y nunca me hicieron caso, y mucho menos prestaron atención a la situación en la que vivíamos entonces.

La Policía, algunas veces, iban y hablaban con él, pero al doblar la esquina, volvían a lo mismo. Otras veces, cuando llamaba, ellos me decían que no había nadie en el cuartel que estuviera disponible...Otras me cerraban el teléfono o me decían que yo era una loca. De Medio Ambiente, siempre limpiándose las manos como Pilatos. En principio hice eso, sin ningún resultado; luego hablé con los vecinos, e hice una carta, con la firma de algunos dispuestos, temerosamente, para llevarla a todos los departamentos oficiales de allá, incluyendo la Fiscalía. ¡Lee bien!: a la Fiscalía.

Primero, en el vecindario me dijeron algunos vecinos, que a ellos no les molestaba la música; segundo, el fiscal de allá en ese entonces, ¡¡¡tampoco hizo nada!!! Me salió con un maldito cuento chino que insultó mi inteligencia. Jamás lo he vuelto a mirar, ni siquiera me molestaría en saludarlo. Hasta el día de hoy, siento y sostengo, que él no forma parte de aquellas personas por las que pueda sentir algún respeto.

No encontré ayuda de nadie allá en Constanza, y te puedo asegurar que ese escándalo era a diario, y los fines de semana. Mucho peor: un calvario, ¡Insoportable! En casa no se podía ni conversar, ni siquiera en el comedor. Había que vocear para que el otro escuchara. No había un lugar donde se pudiera estar, hasta las madrugadas. Las ventanas de la casa se estremecían; y llegó un momento en que pensábamos que se desplomarían.

Melvin, alegaba que él no ponía la música; sin embargo, permitía, perversamente, vehículos con enormes bocinas montadas en las partes traseras de camionetas… o de carros, a los que les abrían las 4 puertas para que se escucharan mejor y más fuertes...A veces sentía que no se podía escuchar ni distinguir una música de otra, porque el más arrogante de los bebedores, quería imponer su voluntad...Hubo muchos, de los asiduos, que sabían del conflicto, y se burlaban de nosotros. Nunca olvidaré a un hijo de Chenco Piña (en paz descanse), hacerlo también. Estoy segurísima de que si sus padres lo hubieran sabido le habrían llamado la atención. Otro personaje, era un hijo Enríquez Durán...Vecino nuestro y casi familia...Pero así es la vida. Yo estaba sola. No tenía ayuda; y uno contra diez era una derrota segura.

El colmo fue que una noche, atrapé a una tipa, haciendo pipí dentro del pequeño espacio de nuestro "jardín"; y otra vez a un grupete con sillas montadas en nuestra acera, justamente muy cerca de donde estaba la habitación de mi mamá. No te cuento detalles del rebú que arme ahí, para no hacer este relato más extenso. Solo te diré que me pasó por la mente, pegarle la manguera de agua, o coger excremento y rociárselos encima...Mi hermano me agarró.

Pero la impotencia era tan grande, que yo ya no sabía a quién ni a dónde recurrir. Enfoqué mi propósito aquí, en la capital, y por sugerencias de alguien, fui a la Procuraduría, y de ahí me mandaron a La Vega. Nos citaron a ambos y allí; debatimos la situación con el Procurador. Éste envió comisiones esporádicas, pero, "coincidencialmente", nunca pudieron encontrar el asunto en su apogeo. Parece que le avisaban.

Mi mamá empeoró, y en uno de sus trasnoches, se levantó de madrugada, y se cayó. Tuvimos que sacarla de Constanza. Pasamos meses muy difíciles y muy tristes con ella. Al final, ella murió; pero en pleno duelo y nueve días, Melvin anuncia y programa una fiesta en plena calle, con Mozart La Para. En ese momento no pasó una desgracia porque una persona amiga, de cierta influencia en ese momento, intervino y medió entre nosotros.

Con esto te quiero decir que no hay nadie en Constanza que pueda ayudar en ese sentido. ¡Nadie!, ni siquiera los vecinos, esos son los más malos.

Las autoridades, no sirven ningunas; muchos se venden por tres cheles; aparte de que han sido siempre unos lambones del que tiene $$$. Solo una masa considerable de personas sufrientes, y fuera de Constanza, podría lograrse algo. Mientras todo se enfoque allá, el problema del ruido jamás tendrá solución. 

Dudo mucho que las cosas hayan cambiado desde entonces. Sigo mirando el mismo escenario, o cuidado si peor. Es mi humilde parecer.

Con gracias anticipadas por la acogida de esta queja-desahogo,

atentamente, 

Xiomara De León Jiménez.

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