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Camino a Las Charcas

Era una tarde soleada.Nadja, mujer joven de piel morena, de ojos negros expresivos, se encontraba sola en el patio, sentada en la mecedorasus pensamientos volaban de un lugar a otro. Le llego el aroma a café de la vecina, se antojo, sin pensarlo se fue a la cocina, puso una greca de café, organizó unos vasos, platos, cerro una ventana, se  preparó su taza de café, yéndose a disfrutarlo a su patio.

 

Caminaba lentamente hacia su mecedora, pasando por el comedor vio su baúl marrón, se detuvo y decidió sentarse frente al  baúl, lo abrió despacio, estaba lleno de recuerdos de su abuela, desde cartas, fotos, objetos, cada uno con un valor sentimental y lleno de añoranzas.

Nadja,sentada, bebía sorbos de café al compás de la melodía del silencio. Emocionada,sacaba sus bellos tesoros; tesoros llenos de nostalgia y anécdotas que su abuela le contó. Los admiraba, los acariciabayen sus pensamientos retumbaba y escuchaba esa dulce voz de su abuela que,cuando de noche se sentaba en su regazo,le contaba sus historias de vida.

Al entrar sus manosen elbaúl, saca algo envueltoen papel periódico,  al desenvolverlo, mira lo que tiene en sus manos y su sonrisa le ilumina el rostro, sólo suspiró y susurrósuavemente:-abuela…abuela…Poniendo a su lado la estatua de Jesús y otros Santos más que la abuela tenía, de repente tuvo una gran idea. Se levantó, corrió hasta el teléfono y llamó a su amigo Alfonso, le contólo que había sacado del baúl, la idea que le surgió y lo que harían, ahí coordinaron salir el día siguiente que era viernes santos.

Llego el día esperado. El viernes Santos.Temprano en la mañanaNadja se preparóunrico desayuno,mientras esperaba que la fueran a buscar. Al escuchar la bocina del carro de su amigo Alfonso, salió rápido, tomo sus tesoros que había guardado por mucho tiempo y,sonriendo,le diolos buenos días a Alfonso, se montóen el carro y se fueron camino a las Charcas.

En el camino,Alfonso y Nadja, entre risas y anécdotas,llegaron a la bella comunidad Las Charcas. Un lugar entre montañas, bañada de bellos ríos con aguas frías, sus casasde maderay gente amigable.

Llegaron donde su amiga Elena, quien estaba limpiando la iglesia de la comunidad. Se pararonfrentela puerta principal, se persignaron y caminaron hasta el altar. Elena los vio, les sonrió y feliz fue a saludarles.

Nadja toma a Elena de la mano y le dice: -quiero darte el tesoro de mi abuela, lo tenía guardado en un baúl y prefiero que ustedes lo tengan aquí en su iglesia-.Elena al recibiryver los Santos, se arrodillo, abrió sus manos y dijo: -están en su casa, la casa de Dios.- Alfonso prendió unos velones, mientras Elena y Nadja colocaban los Santos.

Luis,un niño de 12 años,hijo de Ana la del colmado, acechaba por una ventana,de repente, salió corriendo, gritandoydiciendo:-mamá, mamáven a ver el altar, ven a ver el altar-…Los moradores de la charca se fueron acercando al altar y,entre canticos y oraciones, festejaron la llegada de sus nuevos Santos.

Nadja,al ver la alegría de sus amigos de la Charca, se parófrente al altar,rezóun padre nuestro, sus ojos se llenaron de lágrimas y desde sus labiosmusitó el nombrede su abuela dándole las gracias,...-séque desde el cieloguiarásy darás luz a mí y a mis amigos de las Charcas.

Alfonso y Nadja caminaron en silencio hasta el carro, ya era de noche, la iglesia estaba iluminada y en el cielo brillaba una estrella que iluminaba toda la comunidad.

Nadja, suspirando el olor a campo, miróla estrella en el cielo y dijo:-…ahí estás abuela, te quiero, eres luz en mi vida.-

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Camino a Las Charcas

Era una tarde soleada.Nadja, mujer joven de piel morena, de ojos negros expresivos, se encontraba sola en el patio, sentada en la mecedorasus pensamientos volaban de un lugar a otro. Le llego el aroma a café de la vecina, se antojo, sin pensarlo se fue a la cocina, puso una greca de café, organizó unos vasos, platos, cerro una ventana, se  preparó su taza de café, yéndose a disfrutarlo a su patio.

 

Caminaba lentamente hacia su mecedora, pasando por el comedor vio su baúl marrón, se detuvo y decidió sentarse frente al  baúl, lo abrió despacio, estaba lleno de recuerdos de su abuela, desde cartas, fotos, objetos, cada uno con un valor sentimental y lleno de añoranzas.

Nadja,sentada, bebía sorbos de café al compás de la melodía del silencio. Emocionada,sacaba sus bellos tesoros; tesoros llenos de nostalgia y anécdotas que su abuela le contó. Los admiraba, los acariciabayen sus pensamientos retumbaba y escuchaba esa dulce voz de su abuela que,cuando de noche se sentaba en su regazo,le contaba sus historias de vida.

Al entrar sus manosen elbaúl, saca algo envueltoen papel periódico,  al desenvolverlo, mira lo que tiene en sus manos y su sonrisa le ilumina el rostro, sólo suspiró y susurrósuavemente:-abuela…abuela…Poniendo a su lado la estatua de Jesús y otros Santos más que la abuela tenía, de repente tuvo una gran idea. Se levantó, corrió hasta el teléfono y llamó a su amigo Alfonso, le contólo que había sacado del baúl, la idea que le surgió y lo que harían, ahí coordinaron salir el día siguiente que era viernes santos.

Llego el día esperado. El viernes Santos.Temprano en la mañanaNadja se preparóunrico desayuno,mientras esperaba que la fueran a buscar. Al escuchar la bocina del carro de su amigo Alfonso, salió rápido, tomo sus tesoros que había guardado por mucho tiempo y,sonriendo,le diolos buenos días a Alfonso, se montóen el carro y se fueron camino a las Charcas.

En el camino,Alfonso y Nadja, entre risas y anécdotas,llegaron a la bella comunidad Las Charcas. Un lugar entre montañas, bañada de bellos ríos con aguas frías, sus casasde maderay gente amigable.

Llegaron donde su amiga Elena, quien estaba limpiando la iglesia de la comunidad. Se pararonfrentela puerta principal, se persignaron y caminaron hasta el altar. Elena los vio, les sonrió y feliz fue a saludarles.

Nadja toma a Elena de la mano y le dice: -quiero darte el tesoro de mi abuela, lo tenía guardado en un baúl y prefiero que ustedes lo tengan aquí en su iglesia-.Elena al recibiryver los Santos, se arrodillo, abrió sus manos y dijo: -están en su casa, la casa de Dios.- Alfonso prendió unos velones, mientras Elena y Nadja colocaban los Santos.

Luis,un niño de 12 años,hijo de Ana la del colmado, acechaba por una ventana,de repente, salió corriendo, gritandoydiciendo:-mamá, mamáven a ver el altar, ven a ver el altar-…Los moradores de la charca se fueron acercando al altar y,entre canticos y oraciones, festejaron la llegada de sus nuevos Santos.

Nadja,al ver la alegría de sus amigos de la Charca, se parófrente al altar,rezóun padre nuestro, sus ojos se llenaron de lágrimas y desde sus labiosmusitó el nombrede su abuela dándole las gracias,...-séque desde el cieloguiarásy darás luz a mí y a mis amigos de las Charcas.

Alfonso y Nadja caminaron en silencio hasta el carro, ya era de noche, la iglesia estaba iluminada y en el cielo brillaba una estrella que iluminaba toda la comunidad.

Nadja, suspirando el olor a campo, miróla estrella en el cielo y dijo:-…ahí estás abuela, te quiero, eres luz en mi vida.-

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