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La delincuencia le gana otra batalla a la Policía Nacional en la Feria del Libro

Que vergüenza me da la Policía Nacional y su participación en la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2016.

Un aparataje para demostrar los avances que ni ellos mismos se lo creen, por un lado llegas a la Feria del Libro y crees que todo está bien organizado, pero cuando te acercas a la puerta viene un policía con una muchacha “en vía contraria”, para que ella salga por la entrada, para que la pobre no de una vuelta larga para llegar al Metro. Faltándole el respeto a sus compañeros que le exigieron que la salida es por otro lado. Así no se puede, la disciplina se fue pal carajo.

Otro día voy de visita, en plena luz del día veo una joven llorando acompañada de un agente uniformado de ramos militares, a los pocos segundos como si se estuvieran burlando de ella, aparecen un grupo de policías marchando y cantando, como si su realidad no estuviera pasando. Y yo me digo, así no puede ser, de que vale tanto bulto y la “percepción” no baja.

Oh, y ahora me entero que nuestra amiga Rossy Diaz, le robaron su computadora trabajando en el pabellón Tribuna Libre próximo al stand de la Policía Nacional, definitivamante, así no se puede. La Policía Nacional perdió otra batalla en la Feria Internacional del Libro 2016.

Cuando pensaba que la “percepción” sobre la delincuencia había mejorado en la Zona Universitaria, donde vivimos más de doscientos profesores universitarios y personas que trabajan o estudian, me entero por una amiga que trabaja en el Semma que a su vehículo le han robado cinco veces los espejos retrovisores.

Pero me voy más lejos, en Fedomu, después del vil asesinato de Juan de los Santos y posterior suicidio de su matador, han instalado un cuartel policial, como si hubiesen declarado la guerra a los alcaldes del país o los hubiesen amenazado de muerte a alguno de ellos, sinembargo, la queja es la misma, afuera no hay quien se salve de que le lleven un espejo retrovisor o una batería a su vehículo, ¡válgame Dios!, cuantas dicotomías se encuentra uno en esta vida.

A una vecina de enfrente le dejaron el carro sin baterías, a otra la interceptaron frente a nuestras oficinas para que les de la cartera.

Y por si todo esto fuera poco, anoche mi esposa y mi hija me esperan para ir caminando a dos cuadras al espectáculo de danza en el Palacio de Bellas Artes y en menos de lo que canta un gallo, apareció un motorista, por suerte solo, por lo que no pudo perpetrar su maniobra, y se avalanchó hacia ella pidiéndole la cartera, viéndola indefensa con mi hija de apenas diez años.

Imágínense ustedes el susto de ambas, que si no gritan y un seguridad cercano dispara para auyentar al ladrón, que historia estuviesemos contando. Mi hijo que observó desde el balcón el fallido atraco, estaba traumado, llorando y solo me decía, ¡Ay papi, cuándo escuché el disparo pensé que había sido el ladrón a mami!. Así no se puede, la sociedad está en pánico total y estado de sitio por la delincuencia y en la próxima Feria del Libro tendremos que ponerle un cintillo numerado a todo el que por allí circule, como en los resort, el que no tenga cintillo, que se le requise y si comete una fechoría que se ubique facilmente.

Aveces he llegado a pensar que la delincuencia es un negocio donde algunos oficiales tienen inversiones en empresas privadas y productos de importación para que su chiringuito prospere, de lo contrario, cómo es que la seguridad privada es más eficiente que la seguridad del Estado que es más grande y poderoso. ¡Vaya uste a saber!

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