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Según la dominicana Marysthell Polanco, "Berlusconi es demasiado bueno"

La modelo dominicana Marysthell Polanco. La modelo dominicana Marysthell Polanco. Foto: ZUMAPRESS

Dice que cuando le vio en la televisión con el rostro tenso en el coche que le llevaba a dimitir, no pudo resistirse y le llamó al móvil. “¡Ay, pobre! ¡Qué desanimado estaba! Pensaba que se moriría. Él vive para la política, es su gran pasión”. El hombre al que se refiere, cuyo antojo es la política y cuyo oficio es ser empresario de televisión, libros, periódicos, fútbol, cine y seguros, es Silvio Berlusconi, quien dejó la presidencia del Gobierno italiano el 12 de noviembre.

Ella, solícita cuidadora de su buen humor, se llama Marysthell Polanco. De origen dominicano, con 30 años, cuerpo impecable y voz suave, forma parte de la corte de mujeres jóvenes que animaba las noches del ex primer ministro italiano en la mansión de Arcore, a las afueras de Milán.

A los magistrados de esa gran ciudad —que acusan a Berlusconi, de 75 años, de haber pagado para acostarse con menores de edad—, Polanco contó que durante aquellas fiestas ella se disfrazó de Barack Obama, Whitney Houston e Ilda Boccassini —la fiscal que le ha sentado en el banquillo por inducción a la prostitución de jóvenes—.

Lo confirma ahora con tono cándido, acurrucada como una niña sobre su sofá gigante. Una risita le estalla en la boca, una mano corre a tapar los ojos, pero el pudor apenas dura un puñado segundos: “Nadie me defendió a mí cuando dijeron que era una puta. Así que no me preocupa si alguien se ofendió. No hice nada malo. Solo he actuado para que el presidente se lo pasara bien. Le quiero mucho”, zanja.

El cariño debe de ser recíproco. Berlusconi reservó a Polanco el piso más grande del bloque en la exclusiva calle Olgettina donde mantenía a sus jóvenes animadoras. No la alejó de su círculo ni cuando pillaron a su exnovio con 10 kilos de cocaína escondidos en aquel mismo apartamento.

Le recomendó un médico para la dermatitis de su hija de siete años, llamó enfadado exigiendo una plaza en la guardería para la niña, le deja sentarse siempre a su izquierda —“muy arrimada”, dice la mujer—, la contrató en la Milan Channel, la cadena de televisión de su equipo de fútbol, y sigue recibiéndola en la finca a las afueras de Milán. “Mi novio y yo vamos a tomar té con bizcochos”. Ni que decir tiene que Berlusconi hará de testigo en su boda con el jugador de baloncesto suizo del que Polanco está “enamoradísima”.

"Solo he actuado para que el presidente se lo pase bien"
“El presidente [le sigue llamando así, como si no hubiera dimitido] me anima. Apoyó mi idea de un grupo musical de dominicanas. Nos llamamos Muñecas con Clase y nuestro próximo tema se titula Bunga Bunga: ¿dónde está?”. Los dedos de la mujer tamborilean el ritmo y su espalda oscila como si el sofá se transformara en un escenario que exige una pose seductora.

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