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No es posible ser ambientalista y no ser de izquierda

El Ambientalismo es la expresión de preocupación y activismo en respuesta a las condiciones generales actuales de la calidad de vida de los seres humanos: por las condiciones de la calidad del aire que respiramos, por las condiciones de la calidad del agua que bebemos, por las condiciones de la calidad de los alimentos que ingerimos, y por las condiciones de la calidad de los suelos que pisamos y que nos alimentan.

El Ecologismo va más allá. El Ecologismo se ha ido definiendo como la filosofía de todos los que defendemos el derecho de los seres humanos a una buena calidad de vida, y los derechos de todos los seres vivos a esa misma calidad de vida. Porque no es justo que en la búsqueda de una buena calidad de vida para la gente se sacrifique la calidad de vida de las demás especies, dado que la garantía de supervivencia de las demás especies es lo único que garantiza a su vez que los seres humanos podamos sobrevivir también.

Los suelos, por ejemplo, son el resultado material de todos los procesos naturales vividos por el Planeta a lo largo de los miles de millones de años de su existencia. Los suelos son la composición, la suma, de la descomposición de cientos de miles de millones de especímenes y ejemplares de los cientos de millones de especies diferentes, de animales y vegetales que han poblado la Tierra, y que al morir iniciaron un proceso de descomposición final que les convirtió en suelo productivo.

Pero antes de morir, incluso, el paso por la vida de animales y vegetales contribuyó permanentemente a la constitución de los suelos: los animales defecando, mudando de pelambre y de piel, sudando, etc. Igualmente, los vegetales: perdiendo sus hojas, perdiendo ramas, produciendo flores y frutos, y principalmente, fundamentalmente, produciendo oxígeno necesario para el aire que respiramos todos en todo el Planeta.

El peor defecto, la peor imperfección de los seres humanos, es no nacer con ese conocimiento "por default", es decir, predeterminadamente. Los animales y las plantas SI parece que nacen con esa predeterminación, con ese conocimiento. Cientos de ejemplos en el mundo animal y vegetal así lo confirman. Pero la razón de este artículo no es ahora ese análisis.

LOS SUELOS PRODUCTIVOS Y LA PROPIEDAD PRIVADA

Los suelos comenzaron a formarse con el mismo proceso de enfriamiento del Planeta, puesto que parte de los suelos actuales son materiales iniciales en ese proceso, tales como el carbono, el fósforo, el hierro, el nitrógeno, el calcio, el oxígeno, el potasio y otros materiales no menos importantes.

Ningún ser vivo –porque no había seres vivos en ese entonces – aportó algo o nada a ese proceso. Por tanto, nadie puede reclamar propiedad de ninguno de los elementos iniciales y que aún se mantienen en ese proceso de la formación, de la producción de los suelos.

Aquellos seres vivos que aportaron inicialmente a la formación de los suelos, esos que originalmente resultaron de la actividad energética de volcanes, rayos y la radiación ultravioleta, que supone habrían "ayudado a desencadenar las reacciones químicas produciendo moléculas más complejas a partir de compuestos simples como el metano y el amoníaco", no dejaron huellas para llegar hasta ellos y reconocerles propiedad alguna de lo creado. Entre esos compuestos orgánicos simples iniciales estarían los bloques con los que se construiría la vida.

"A medida que aumentaba esta "sopa orgánica", las diferentes moléculas reaccionaban unas con otras. A veces se obtenían moléculas más complejas. La presencia de ciertas moléculas podría aumentar la velocidad de reacción. Esto continuó durante bastante tiempo, con reacciones más o menos aleatorias, hasta que se creó una nueva molécula: el «replicador». Esa molécula, inicialmente replicadora de sí misma, pero con imperfecciones, se desconoce, más se conoce ahora y con mayor profundidad el ADN, el replicador por excelencia, usado por toda la vida conocida actualmente.

Habría que reconocer en el ADN la auténtica  propiedad de lo que se crea, pues nada fuera del ADN y según sus leyes puede ser creado. Sin embargo, ya estamos jugando a la propiedad privada del ADN asumiendo la capacidad de su alteración para la producción de seres vivos parecidos a los originales.

Este sentido último de la propiedad privada tuvo su causa originaria en el poder personal que otorgaba al hombre sentirse propietario de la tierra y de todo lo que estuviera sobre ella, tanto árboles como animales y gente. No se sabe a ciencia cierta cómo ocurrió eso, aunque quizás fue  una derivación del sentimiento de territorialidad animal que busca defender sus crías y sus formas de supervivencia en tanto esas formas ocupan determinado espacio territorial. Sin embargo, y suponiendo benignamente que se trate de una derivación del sentimiento de territorialidad, esa deriva fue transformándose en un estilo de vida que derivó a su vez en una forma incipiente de gobierno ejercido por pequeños grupos familiares propietarios de la tierra, en perjuicio de grandes grupos de familias que trabajaban la tierra.

No hay que mencionar en este punto que ese análisis de izquierda de la propiedad originaria de la tierra implica en su desarrollo analítico el arribo al proceso conocido como de Acumulación Originaria, bien conocido dentro de los estudios marxistas de la sociedad rumbo al nacimiento del capitalismo.

Pero sí hay que mencionar que quienes compartimos el concepto colectivo de los recursos naturales en función de su uso como medios de supervivencia, tanto para los seres humanos como para los demás seres vivos, creemos que ese concepto es extensivo naturalmente al uso de la tierra, de los suelos productivos. Es decir, creemos en el uso colectivo de la tierra para la satisfacción de la demanda alimentaria de los seres humanos, respetando además los derechos de todos los seres vivos a esa misma supervivencia.

No puede negarse entonces que estamos hablando de una posición de izquierda en relación con la propiedad y uso colectivo del más antiguo y común medio de producción: la tierra.

Por el contrario, quien o quienes asumen como válidos el crecimiento del capitalismo a partir de la privatización de la tierra, la eliminación de las selvas, su conversión en capitales, el nacimiento de los bancos, el comercio del dinero, las leyes de la libre empresa, la globalización y el reinado del mercado, no pueden situarse bajo ninguna otra sombra que no sea la derecha.

No hay posibilidad alguna de que se pueda ser de izquierda y estar con la globalización y el reinado del mercado. De igual manera, no es posible ser de derecha y estar con la conservación ambientalista de los recursos naturales o con la filosofía ecologista que reconoce los derechos a la supervivencia de todos los seres vivos y no solamente de los seres humanos.

LA FALSA IZQUIERDA Y EL FALSO AMBIENTALISMO

La izquierda política y la derecha política tuvieron su origen el mismo día, el 11 de septiembre de 1789, como dos torres una frente a la otra, durante la reunión de la Asamblea Nacional Constituyente que surgió a raíz de la Revolución Francesa. En esa reunión se discutía la nueva Constitución y había que decidir si en ésta se mantenía el poder  absoluto del rey, posición defendida por un grupo de diputados que se colocaron a la derecha del presidente de la Asamblea, mientras los diputados que se oponían resueltamente a ese poder del rey, y que abogaban porque la soberanía nacional estuviera por encima de la autoridad del rey, se colocaron a la izquierda del presidente de la Asamblea. ¡Listo! Ahí nacieron la derecha y la izquierda. Lo demás es una historia política de vacilaciones, altibajos, heroísmo, traiciones, guerras, paces y lucha permanente.

La Izquierda, como corriente política, siempre se identificó con los pobres, con los cambios político-sociales, con la igualdad de derechos; mientras que la derecha lo hizo con los ricos, con los que se oponían a los cambios y con la separación de derechos favoreciendo las oligarquías. Nadie pensaba en la naturaleza o en la necesidad de protección a los recursos como los suelos productivos y el agua.

Con el devenir de los tiempos la izquierda se radicalizó respaldando las revoluciones socialistas y de liberación nacional, mientras que la derecha se radicalizó en el mantenimiento del capitalismo y las monarquías aún vivientes. Las luchas por la tierra, como la revolución mexicana, por ejemplo, hicieron a ambas: izquierda y derecha, volver un poco los ojos hacia los suelos productivos como motivación política. Sin embargo, aún no estaban maduras las condiciones como para ver en el medio natural una razón de preocupación política.

Ya antes de finalizar el Siglo XX, teníamos una izquierda que veía posibilidades de ser menos izquierdista y más proclive a aceptar algunas ofertas de "ramos de olivo" de parte del capitalismo. Así ganaron el Nobel de la Paz Mijail Gorbachov y su Perestroika.

Asi mismo, teníamos una derecha triunfante que ofrecía democratizar los gobiernos dictatoriales, disolver los gorilatos en América Latina, propiciar la globalización y garantizar la paz en el mundo en base al crecimiento de la industria armamentista de los Estados Unidos.

Algunas naciones, como Cuba y Libia, para solo citar dos ejemplos, tenían claramente visibilizado hacia dónde iba el resto del mundo con una izquierda que había flaqueado y renunciado a sus principios originales, convirtiéndose así en una falsa izquierda.

Ya en el siglo XXI, el Ambientalismo se posicionaba como una corriente ideológica y el Ecologismo como una corriente filosófica que asumirían el papel contestatario frente al capitalismo devastador, principalmente en defensa de todos los ecosistemas aún vivos y en defensa de la necesidad de conservación de un ambiente libre del envenenamiento que se propagaba rápidamente en todo el Planeta, tanto en el aire como en los mares, ríos y suelos.

Las posiciones ambientalistas llamaron la atención de los ideólogos políticos del capitalismo, quienes no tardaron en cooptar ambientalistas notorios en varios países para transformarlos en ambientalistas "progresistas", "de nuevo tipo", "no radicales", posibles de colocarse a la cabeza de un nuevo Capitalismo "con rostro humano" y de "tendencia verde", propulsor de la "Economía Verde" y de la "coexistencia pacífica" entre los ambientalistas y los capitalistas.

Así ganó recientemente su popularidad, por ejemplo, Marina Silva, supuesta ambientalista que ahora se asocia al capitalismo más rancio de Brasil. Todo un ejemplo de falso ambientalismo y facilidad para desdoblarse ante posiciones políticas que no toman en cuenta realmente al ambiente, ni a la necesidad de protección de los ecosistemas, ni garantizan el libre desenvolvimiento de las funciones ecológicas esenciales.

EL AMBIENTALISMO, LA EDUCACION Y EL CAPITALISMO.

El Capitalismo se ha ocupado profundamente en evitar la educación ambiental en las escuelas de los países de América Latina, pero también en las escuelas de los propios Estados Unidos.

La educación ambiental llevaría a la formación de ambientalistas, de ecologistas, de jóvenes convencidos de la necesidad de aprender cada vez más sobre el medio que nos rodea para  hacer lo necesario para evitar la debacle ecológica del Planeta. Y ese necesario hacer traería consigo detener el peor cáncer que haya habitado en La Tierra: el sistema capitalista.

Todos los esfuerzos y recursos que destina el propio capitalismo hacia los medios de comunicación de masas, las escuelas, las universidades, los centros de formación política y hasta entre las organizaciones internacionales falsamente ambientalistas, llevan el propósito de desvirtuar el ambientalismo, banalizándolo, transformándolo en tema de discusiones intrascendentes, pintando de verde organizaciones políticas y candidatos políticos de la derecha más recalcitrante. Y como en los mejores tiempos de las dictaduras militares, aquellos ambientalistas reales que no se quiebran, son asesinados.

El capitalismo dedica enormes cantidades de fondos para el sostenimiento de religiones y ahora de organizaciones falsamente ambientalistas, suministrándoles facilidades de radio, televisión, transporte y para pequeños proyectos de reciclaje, reforestación y otros entretenimientos que limiten las capacidades de crecimiento ideológico, de desarrollo ecológico, de formación filosófica y de organización.

La experiencia acumulada en la desarticulación del movimiento socialista mundial ha alertado al capitalismo en relación con el crecimiento del movimiento ambientalista y ecologista mundial, cuya formación ideológica y filosófica no está basada en experiencias o ensayos sociales de cien o doscientos años, sino en las ciencias naturales, en las leyes que dictaron la formación del Planeta, leyes invariables durante millones de años, inequívocas, firmes, y decididamente condenatorias del capitalismo por ser éste un sistema y una ideología decididamente liquidacionista de los sistemas ecológicos esenciales.

En esta lucha se está, o en la derecha liquidadora de la Naturaleza, o en la izquierda protectora de los ecosistemas esenciales y redentora de la humanidad. Esta vez no hay "centro" ni tiempo para crearlo. Ya no es posible ser ambientalista y no ser de izquierda, como tampoco es posible que haya ambientalistas en la derecha, cuya ideología capitalista ha conducido al mundo al peor caos económico y a las más peligrosas condiciones ambientales jamás conocidas.

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