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El jinete reeleccionista sobre el caballo migratorio

El 17 del pasado junio quedará en la historia dominicana como una fecha importante. Ese día se cumplió el plazo de regularización de extranjeros, sobre el cual el Gobierno hizo toda una costosa campaña para que se conociera y poco antes anunció un discurso presidencial por 400 medios de comunicación, lo nunca visto. Las expectativas de la población estaban concentradas en que el presidente Danilo Medina hablaría de ese tema y de las denuncias de corrupción en el Congreso para aprobar la reforma constitucional que permite la reelección consecutiva.

Medina burló las expectativas de la opinión pública, no habló de lo que interesaba a la mayoría de la población, sino de su proyecto personal de repostularse, abusando de los recursos del Estado. Demostrando que no le importaba mucho la regularización de extranjeros, sino lo suyo. Fue un discurso a la defensiva, consciente de que mostraba su incoherencia con la  posición anterior antirreeleccionista. Consciente también de que su popularidad está en declive desde que aplastara a su compañero, Leonel Fernández, en el comité político del PLD y en el Congreso, con la modificación de la Carta Magna para el impopular y funesto propósito reeleccionista.

Poco después, el mandatario salió al extranjero y allá se mostró como un aguerrido nacionalista. Y aquí sus bocinas repetían que había que apoyarle porque estaba defendiendo la patria. Parecía una jugada maestra. Defender el pronunciamiento presidencial se convertía en la defensa implícita o expresa del proyecto de su grupo. El jinete reeleccionista se montaba en el brioso caballo del legítimo deseo de la mayoría de la población de que se regule la inmigración, que no es lo mismo que quitar la nacionalidad a los dominicanos de ascendencia haitiana.

Pero el presidente y sus costosos asesores extranjeros y nacionales cometieron un error elemental, no vieron lo que está a la vista, lo que no se necesita espejuelos para ver: si ese deseo popular significara automáticamente votos, independientemente de otros elementos, la Fuerza Nacional Progresista sería el partido más poderoso del país. Pero en la realidad no solo no lo es, sino que su salida del Gobierno fue considerada beneficiosa para la nación por dos de cada tres dominicanos, según diversos sondeos.

Además, el proyecto reeleccionista significa no solo minimizar la persecución contra el senador Félix Bautista, sino que ya está entre los hombres de confianza del presidente, recorriendo el país en su nombre para hacer amarres, como hombre clave en dos comisiones peledeístas. Se cayó la careta de la lucha anticorrupción y de paso queda mal parado un presidenciable, el procurador. Domínguez Brito y todo el Gobierno quedan ahora al nivel de La Lupe (La Yiyiyi), con su: Teatro, lo tuyo es puro teatro; guion de telenovela, estudiado simulacro.

No es una coincidencia, entonces, sino parte del plan, que el presidente tenga engavetado el reglamento de aplicación de la Ley 311/14 sobre Declaración Jurada de Patrimonio de los funcionarios. Ahora todos los sospechosos y beneficiarios de corrupción son necesarios para hacer campaña a favor de Medina. Casi todo es más de lo mismo. Se acabó el corregir lo que está mal...

A esta frustración colectiva se suman los/as jóvenes que salen de las universidades y no encuentran trabajo, los pequeños empresarios que sienten que sus negocios no arrancan por falta de pesos en las calles, los empleados públicos y privados que ganan menos de $10,000 al mes, a pesar de que el presidente dijo que no dan para nada; los que compran artículos de primera necesidad cada día más caros, los estafados por la Seguridad Social que no encuentran refugio en hospitales en remodelación, los perjudicados por los apagones y la falta de agua potable, los empresarios espantados por el excesivo endeudamiento público  y, lo más importante, los muchos (as) que sienten sus vidas en peligro incluso en sus casas.

El afán de recoger siglas de cascarones políticos parece fortaleza, pero es más bien debilidad;  inseguridad en el apoyo de gente de su propio partido, que se siente maltratada y hasta se  escribe de un "tumbe". En estas circunstancias, es una necesidad la sustitución de este Gobierno en las elecciones del 2016 por una amplia convergencia de fuerzas democráticas con un programa de gobierno transformador de esta realidad, un Congreso Nacional, una Justicia y ayuntamientos independientes, tal como lo ha planteado el Frente Amplio.

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