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Las visitas del Presidente y el funcionamiento del Estado

Domingo tras domingo el Presidente de la República, Danilo Medina Sánchez, está acostumbrado al país a sus visitas mañaneras a distintos puntos de la geografía nacional. Si la visita se planifica, vale, si es sorpresiva, más alegría.

Entre alas de polluelos, cuernos de cabras, racimos de musáceas, hojas de cilantro y jengibre, granos de café y cacao, padrotes y vacas lecheras, el calor de los hornos del casabe, el rechinar  y protesta de equipos viejos, se ha creado una gran sinergia nacional. Una nueva esperanza.

Cada domingo, la comunidad más remota espera ser agraciada con la presencia del todopoderoso terrenal, ya que todos los demás todopoderosos aún no llegan.

¿Podrá el ciudadano Presidente, según la teoría política liberal el primer ciudadano del Estado o el primero entre los iguales, visitar en los 208 domingos disponibles de su mandato a más de 4000 secciones y parajes de las 389 demarcaciones municipales? Imposible. Todo esto sin incluir los miles de barrios, las decenas de miles de empresas, las cientos de miles de pequeñas y micro empresas y los millones de hogares.

Entonces, ¿Será suficiente con 100 visitas o quizá se podría llegar a 200? Algunos dirán que lo importante es el gesto, el símbolo, pues nunca antes la gente había sentido a su Presidente tan cerca, y que esa fantasía de cercanía es suficiente para la sinergia productiva deseada.

¿Cuál es el efecto real en la economía de estas visitas? El crédito prometido, pues el Presidente no llega con un baúl de dinero, sino que ordena a los incumbentes correspondientes se canalice estos préstamos, aligerando la burocracia y alejando la cleptocracia, pero siempre dependiendo de la centrocracia.

Un segundo efecto debe reflejarse en el crecimiento del producto interno bruto. Pero no será mucho, porque de 10 millones en 10 millones, o menos, que es el promedio de estos créditos, no se llena la gallina nacional el buche. Pero algo es algo. Además, de estas visitas surgen otras oportunidades y diligencias nada despreciables.

Entonces, ¿Son buenas estas visitas? ¿Ese es el estilo gubernativo que de ahora en adelante deben adoptar nuestros presidentes o presidentas? Pues no. Estas visitas no son convenientes, son una retranca al funcionamiento del Estado, son una evidencia de que el Estado dominicano no funciona. Son un reforzamiento del caudillismo y del centralismo ancestral.

El Estado dominicano, como todo Estado, tiene una ramificación de órganos, una red de estructuras y organismos, algunos creados por la razón o la ingeniería política, otros creados por el pragmatismo social, a veces por el burocratismo y el clientelismo, pero en fin, hay una estructura, vertical casi toda, pero también semihorizontal (órganos desconcentrados y descentralizados) y horizontal (instituciones autónomas, como son los ayuntamientos).

Dentro de la Rama Ejecutiva la jerarquía, normalmente, es la siguiente: Presidente/a, Ministro/a, Viceministro/a, Director/a General, Director/a Regional, Gerente, Director/a, Sundirector/a, Encargado/a de División, Encargado/a de Sección, Encargado/a de Unidad, Técnico/a, Promotor/a, Enlace, Secretaria/o, Mensajero/a, Conserje.

Si nos enfocamos en el Ministerio de Agricultura, la mayoría de los actos de gobierno que realiza el Presidente en sus visitas corresponde canalizarlos a un funcionario de 12ª- categoría, es decir, a un encargado, a un técnico o a un promotor. Si tiene que hacerla el Presidente, el Estado está fallido, con el agravante de que el Presidente avala y sella esa contranatura, es decir, esa contraestructura.

Lo mismo puede decirse si se tuviera una visión descentralizada de la administración pública, pues casi todas esas visitas del Presidente pretenden resolver problemas micros, que perfectamente puede ser parte de las funciones de los ayuntamientos y juntas municipales.

El mejor servicio que el Presidente Danilo Medina haría a la Nación y a la existencia de su Estado sería desburocratizarlo y hacer que funcione. No sería recordado como el Presidente de los domingos que reforzó el presidencialismo, sino como el Presidente que implantó la modernidad en el Estado dominicano.

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