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¡Queremos más impuestos!

La verdad, uno no entiende que la gente de la calle proteste tanto por la a aprobación y aplicación de la Reforma Fiscal nada más comenzar este nuevo mandato.

Eso es ser poco solidario con la herencia deficitaria recibida desde el gobierno anterior. Y no sabemos el por qué, si la inmensa mayoría pagaremos con alegría lo que unos cuantos, o unos muchos, se gastaron en viajes lejanos y fastuosos, pues el turismo es un bálsamo para los que trabajan mucho, y además aporta un mayor conocimiento geográfico.

Tampoco se comprende, que la gente se moleste porque algunos o bastantes funcionarios hayan acumulado unos pocos cientos o miles de millones de pesos en sus cuentas corrientes para construir sus casitas y tener unos pequeños ahorros, pues es justo que todos tengamos acceso a un techo y una provisión familiar para los malos tiempos, y esos esforzados servidores públicos, no iban a ser la excepción.

Mucho menos cabe en la cabeza, cómo las personas se escandalizan con el asunto de que un buen listado de tecnócratas se asignasen sueldos y pensiones millonarias, medio millonarias o cuarto millonarias, de por vida, pues desde siempre el listo, el inteligente y el mejor preparado, ha prevalecido sobre el tonto, el ingenuo y el poco ilustrado.

Eso está en la ley natural humana, avalada por la teoría de Darwin de la evolución de las especies. Tampoco es deseable que se inicien persecuciones o enjuiciamientos, públicos o privados, a quienes hayan podido cometer el pequeño desliz de dejar un agujero económico de ciento ochenta mil millones de pesos, por sólo haber incurrido en unos cuantos gastos de más, en unos presupuestos algo abultados para precaver la inflación futura, o en unos préstamos innecesarios por aquí y otros aún más banales por allá. A cualquiera le puede pasar. Además, contando que de forma totalmente solidaria, voluntaria y con el mayor placer del mundo, lo podemos sufragar el resto de los ciudadanos del país, durante los años que nos queden por vivir.

De igual manera sucede con los impuestos ¿De qué nos quejamos tanto? ¿Por qué somos tan mezquinos? ¿Acaso no podemos pasar al 18 % de ITBIS, apenas un 2% más que antes? Deberíamos pagar con todo el gusto del mundo, no un 18%, sino un 25% de ITBIS, que es un número más redondo, y presumir que somos un país rico que se puede dar esos lujos. Así mismo pasa con el 10% más a las comunicaciones ¡debería ser un 30% ó un 40%! Pues aquí lo que hace falta es hablar menos y trabajar más, evitando esa cháchara entre novios y el cotorreo entre amigos.

Igual sucede con las bebidas, deberían ser gravadas por lo menos con un 50%. ¿Qué hace calor? Pues que se compren un abanico o se refresquen con agua fría o con hielo, que es mucho más barato y de paso tendríamos ciudadanos más sobrios e hígados más sanos.

¿Y el impuesto al café, azúcar, aceites y grasas comestibles, y chocolate? Muy bien hecho, habría que subirlos mucho más, todos esos productos son dañinos para la salud, así se combatiría la obesidad, el colesterol y la diabetes, que tanto daño nos hacen. Y qué decir del 1%  del valor de los vehículos a las placas ¡¡bien por ti!! Pero a nuestro juicio debería ser un 20%, así se evitarían accidentes, los atascos, las emisiones de monóxido de carbono y se rehabilitaría el uso de los caballos, mulos y burros, que están en franco desuso.

Creemos, con toda sinceridad, que deberíamos tener más impuestos a los productos y servicios, y que los mismos habría que duplicarlos o triplicarlos, pues los de abajo y los del medio siempre nos hemos sacrificado por los que no lo necesitan. Es ley de vida. De la de aquí, claro está.

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