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Mi reconocimiento sincero a Tony Raful

De Tony Raful solo conocía su memorable voz en el programa Tribuna Democrática por aquellos dolorosos 12 años del período de post guerra en el que todos los jóvenes, en una u otra cuadra política, nos sentíamos responsables del porvenir.

Durante los traumáticos procesos electorales de esa época seguía por la radio a Tony, quien era para mí como un ícono de la rebeldía de la época, mientras yo apenas me iniciaba en ese proceso a través del movimiento político-cultural de la Línea Roja del 14 Junio en la parte norte de la capital.

También lo recordaba por sus aportes a la Joven Poesía de los setenta y por aquel antológico programa Peña de Tres, que producía junto a Pedro Peix y Andrés L. Mateo en tiempos que fue también Director de la Biblioteca Nacional.

Sin embargo, a pesar de mi admiración por su trayectoria, nunca imaginé compartir espacio común con él.

Es que la política divide demasiado a la gente y por aquel tiempo no se concebía el tipo de simbiosis ideológica que es común hoy.

Tras el triunfo del PRD en las elecciones del año 2000, Tony Raful es nombrado Secretario de Cultura, solicitándome, tras iniciales momentos de confusión, acompañarlo en las tareas que tenía por delante.

De esa gestión dejé como legado antológico el diseño del "Sistema Nacional de Cultura de la República Dominicana", un compendio de la historia cultural dominicana que formó parte de un conjunto de productos similares elaborado en formato multimedia, CD ROOM, auspiciado por la Organización de Estados Iberoamericanos OEI, proyecto en el que tuvieron también una destacada participación Pedro Cabrera y Nerva Fondeur.

En ese período fui diseñador y web máster del Portal de la Secretaría de Cultura, diseñador de la Página Web de la Casa de la Cultura de New York y representante dominicano del Portal de la Cultura de UNESCO, para América Latina.

Tony Raful tuvo la entereza de apoyarme siempre en esas funciones, creando para ello un clima de cortesía, respeto, reconocimiento y confianza mutua, poco común en los dirigentes políticos de la época.

Próximo a la campaña electoral de 2004 lo visité en su Despacho para comunicarle que en mi condición de militante peledeísta de muchos años me integraría en las labores proselitistas de manera pública, por lo que él debía tener conocimiento previo de eso y tomar la medida que considerara oportuna al respecto.

Tony no me dejó hablar, me dijo que el Estado no pertenece a ningún partido y la cultura tampoco, que siguiera en mi trabajo como siempre y que él se sentía muy satisfecho de mi labor.

En los últimos años me lo he encontrado caminando en el parque Mirador Sur y siempre me trata con la misma cortesía, admiración y respeto.

Una gran lección para mí y el ejemplo de que al margen de cualquier coyuntura en que nos encontremos, debemos alejarnos siempre de la prepotencia, la embriaguez del poder y la falta de sensibilidad social y humana.

Mi reconocimiento sincero a Tony Raful, más allá de la inmediatez politiquera que muchas veces obnubila nuestro raciocinio.

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