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Se acerca la contienda en Sabaneta...

Increíblemente, buena parte de mi formación ha sido a través de becas, tal vez por eso he tenido que esforzarme un poco en mi deseo de superación. Los que me conocen saben lo inquieta que soy. De ahí que cuando el Lic. William Torres, el papá de mi amiga Williana Torres iniciara su primer período como alcalde, cuando me preguntó qué me gustaría, le solicité una cancha para mi colegio y una beca para estudiar mecanografía en el Instituto Comercial San Rafael, donde luego coincidí con mi querida Willy en las clases de Contabilidad, sin descartar que pasamos toda la primaria y bachillerato juntas, en los últimos años, sentándonos una al lado de la otra. Una niña brillante, humilde, de grandes virtudes y a quien tanto admiro y aprecio.

Me parece que Don William siempre ha tenido buenas intenciones, es un ser noble, servicial, amigo del amigo, un gran ser humano a quien aprecio como si fuera familia, pues así lo siento.

Wilmer su hijo, es mi Titico, así le decíamos cuando era pequeño e iba a casa en compañía de mi tío Papo.

La parte humana y familiar, es para mí vedada en cuanto a Don William se refiere, ahora bien, en lo que respecta a su gestión, me apena un poco, pues aunque ha ayudado a cientos y miles de personas, la labor de un alcalde debe ir más en función del bienestar colectivo. Más que empleos injustificados, se necesita crear las condiciones para una mejor sociedad.

Al Lic. César Saint-Hilaire, siempre le he seguido con respeto y cariño, de esas personas con una visión única, real y maravillosa; un caballero, con objetivos claros, decidido, capaz de transformar cualquier espacio sombrío en uno de Pura luz.

Don César Saint-Hilaire, corresponde a una familia que admiro, signo de tradición, de formación integral. Me unen vínculos muy estrechos con Don César padre, quien además de gran jurista, siendo por muchos años juez en la Corte de Montecristi, es un gran conocedor de la historia de mi Santiago Rodríguez.

Doña Cucha, representa la madre entregada, la abuela consentidora, el estímulo necesario, aunque su apoyo es un arma poderosa que se maneja con absoluta discreción.

Al lado, Don César tiene a Merlyn Margarita Hurtado Garcia, la elegancia personalizada, la nobleza encarada y una belleza sin igual que va de lo interno a lo externo.

De sus hijos solo me limitaré a decir que son muchachos íntegros y fajadores. Ahora, cuando se trata de la hija, Karyleen Saint-Hilaire Hurtado ahí se paran las aguas,...

En mi vida había conocido una persona más sincera que mi Ka, quien se amilana con la injusticia y se aviva con el triunfo ajeno.

Lo de Karyleen son los proyectos, la transformación, la integración. Con ella nada debe estar estático, el movimiento es parte de su traje, porque en su contenido esencial, el ser humano debe procurar las condiciones necesarias para su propio desarrollo.

La objetividad le acompaña, admitiendo sus errores cuando corresponde y ahí es que ella es grande, porque en la medida en que los reconoce, se hace más fuerte. Con ella no hay medias tintas, o es negro o es blanco, de la única forma que acepta punto medio es si la causa va en favor del más débil.

Ahora bien, no es en Karyleen que me quiero concentrar, sino en su padre, pero resulta que le he conocido más a él a través de ella.

Ka y yo casi siempre coincidíamos en el recreo del colegio donde estudiamos, pero además, cuando venía de vacaciones desde Cuba, de vez en cuando nos tocaba viajar juntas en Caribe Tours a Santo Domingo.

Ka empezó a estudiar cine en la UASD, yo me encontré extraño que no fuera a una universidad privada, pero desde ese entonces, Ka me decía que confiaba en que lo que estuviera a cargo del Estado pudiera funcionar. En su rebeldía, dijo que iba para la UASD y ahí estaba cogiendo su lucha. Yo vaticiné que lo de ella sería el derecho, así que no me extrañó que después se animara a seguir los pasos de su padre, de su abuelo, y de sus tíos paternos.

Un día, en uno de los tantos viajes de Santiago Rodríguez a Santo Domingo, Ka me pregunta cómo va mi tesis de licenciatura, le comento que la tesis estaba lista, pero estaba sin recursos para regresar a La Habana y así presentarla. Me dice: pero mándale una solicitud a papi para ver si valora tu situación, a lo que respondo: ay manita, pero en mi casa siempre hemos sido del PRD, me da apuro. No se diga más replicó Ka, ahora mismo llamo a papi y le digo.

Don César me fijó cita en su despacho esa misma semana. Así que gracias a su gestión pude regresar a La Habana para defender mi tesis y posteriormente graduarme.

Vistas las cosas claramente, a los que ahora son candidatos a la alcaldía en Sabaneta, me unen vínculos muy fuertes.

Ahora bien, una es la Sabaneta con César Saint-Hilaire y, otra, la Sabaneta con William Torres. La visión de uno, no es la del otro; el entorno de ambos es completamente diferente. No obstante, si de elegir se trata, de manera objetiva, consciente, esta vez, los Sabaneteros deberíamos dar un voto de confianza a quien a último momento se ha animado a ir a la contienda electoral, con las mejores intenciones, y para mi, la mejor propuesta para la creación de un municipio modelo, inclusivo, sin banderías políticas, porque su trabajo es en beneficio del colectivo. Mi voto es para César Saint-Hilaire.

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