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¿En qué consiste la “libertad”?

Una lógica reacción va creciendo en la parte joven de la población dominicana como consecuencia del fallido fraude electoral del pasado domingo 16 de febrero, 2020.

Del aturdimiento de ese domingo se ha ido pasando lentamente a la conciencia de que algo insólito ha ocurrido en la República Dominicana, algo que nunca había ocurrido, algo que -casualmente- “nunca se había hecho”

Las primeras reacciones, como era de esperarse, comenzaron en las redes sociales, y de ahí pasaron a las noticias televisadas y a los diarios digitales, para ya el lunes estar en las noticias impresas.
No obstante lo evidente e insoslayable de la gravedad del caso, los medios han estado tratando el tema como si tratara de alguna epidemia controlable, del fracaso de un campeonato de boliche, o de una trifulca en una familia notable.
El caso es que los primeros gritos clamaron por la “democracia”, por la evidente falta de limpieza en los dichosos comicios, y porque se habían violentado la libertad y los derechos de la población.

Hasta ahora, las nociones de libertad que maneja nuestra población se centran en: la LIBERTAD que da una tarjeta de crédito; la LIBERTAD que brinda una toalla sanitaria; la LIBERTAD de escoger determinada empresa telefónica; la LIBERTAD que se siente al beber determinado whisky; la LIBERTAD que te permite un desodorante; la LIBERTAD de elegir determinada marca de ron; la LIBERTAD en el uso de ciertas ropas; la LIBERTAD de elegir cada cuatro años entre felices candidatos, y otras libertades similares.

También la “democracia” ha cobrado un inusitado reconocimiento desde el domingo 16 a este martes 19 de febrero.
Ahora resulta que esa democracia que le permite a los dominicanos “elegir y ser elegidos”, no resultó compatible con la modernidad de las computadoras, por una sola razón: no eran los dominicanos quienes iban a elegir sus alcaldes y regidores, sino los programadores de esas computadoras. ELLOS Y ELLAS, programadores y programadoras, se hicieron con la “democracia” para “elegir” a los que ya habían sido escogidos.
Ahora les ha tocado a los jóvenes vivir en carne propia el engaño del que se les había hablado pero que no creían posible. Ahora les ha sido expuesta descarnadamente en qué consiste la “libertad” y la “democracia” en el sistema capitalista.
Pero, en tanto, ahí están, ahí están los jóvenes, exigiendo voz en cuello, a grito pelado, respeto por la democracia de la que les hablaron pero que ahora ha resultado ser un producto informático más.
Y mientras estos jóvenes dan la cara, presentan el pecho ante las oficinas principales de la Junta Central Electoral, dónde están las masas partidarias y sus dirigentes? Dónde está la millonaria membresía que hace una semana apostaba a ganar? Dónde está el liderazgo político que recorría calles y carreteras gastando millones de pesos en combustible y prebenditas?

Si, mientras esos jóvenes les están “sacando las castañas del fuego”, exigiendo barrer con la Junta y demandando elecciones justas, ellos, el liderazgo político, espera tranquilamente porque las aguas vuelvan a su mismo cauce, se reorganicen las elecciones, y esos jóvenes les vayan a votar... y todo por la “democracia” y por la “libertad”.

Mientras tanto, una enorme Plaza de la Bandera, vacía por el norte, vacía por el este y vacía por el sur, (aunque debería estar llena de dominicanos y dominicanas), contempla entre apenada y avergonzada, al pequeño grupo que en su lado oeste, y en ropas negras, levanta un sólo corazón, y a una sola voz, clamando por una República Dominicana siempre prometida y nunca cumplida.

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