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“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”: Un grito por la salud pública en RD

“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”: Un grito por la salud pública en RD. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”: Un grito por la salud pública en RD.

En un sermón conmovedor durante la conmemoración del Viernes Santo, el reverendo Nicolás Cuello Hernández, transformó el relato bíblico del buen ladrón en un espejo de la desesperación que viven miles de dominicanos ante un sistema de salud colapsado. Desde el púlpito, comparó la compasión de Jesús hacia Dimas —el ladrón arrepentido— con la indiferencia del Estado hacia pacientes que mueren sin atención médica: "En el Calvario, tres cruces compartían un mismo charco de sangre; hoy, nuestros hospitales son calvarios donde ricos y pobres sufren, pero solo unos pocos reciben el ‘paraíso’ de una cama o un medicamento".

Con tono profético, el sacerdote denunció que el 40% de las parturientas en centros públicos son extranjeras, mientras dominicanas dan a luz en pasillos por falta de espacio, y criticó que "ambulancias escaseen como la justicia". Citó el caso del Hospital Almirante en Santo Domingo Este —"huérfano de recursos"— y la clausura de la unidad de salud mental del Darío Contreras, evidenciando que "el pecado de Gestas no fue solo blasfemar, sino robarle al pueblo lo que es sagrado: su derecho a la salud".

La homilía destacó siete crisis estructurales: desde salarios de hambre para médicos —"un legislador gana cuatro veces más que un especialista"— hasta hospitales sin agua, luz o bisturíes. "¿Dónde están los 38 remozamientos de emergencias anunciados en marzo? —preguntó—. El pueblo no necesita titulares, sino transfusiones de voluntad política". Recordó que, según el artículo 61 de la Constitución, la salud es un derecho, pero "en la práctica, es un privilegio de quien puede pagar un seguro".

Cuello Hernández elogió a enfermeras y médicos —"héroes de la pandemia ahora abandonados"— y exigió la urgente intervención de hospitales como el Moscoso Puello y el Salvador B. Gautier. "Necesitamos ciudades sanitarias, no promesas —clamó—. Dimas pidió clemencia y recibió el Paraíso; nuestros enfermos piden antibióticos y reciben funerales".

El religioso citó al Papa Francisco, fallecido un día después del domingo de resurrección: "El Calvario fue transformado por la compasión del buen ladrón", y aplicó la lección: "La indiferencia es el peor mal. ¡Ay de quienes roban el presupuesto de salud! ¡Ay de los que condenan a los pobres a morir sin oxígeno!". Invocó a Madre Teresa de Calcuta para cuestionar por qué el 911 ya no funciona y por qué las ambulancias son "fantasmas que nadie ve".

En su llamado final, unió fe y acción: "Cristo no solo rezó por Dimas; lo salvó. Nosotros no basta con orar: donemos sangre, exijamos medicamentos, acompañemos a los enfermos". La homilía cerró con un desafío: "Que esta Semana Santa nos encuentre no solo con velas en las manos, sino con insumos en los hospitales. El Paraíso no es solo cielo: es un pueblo sano", al cual todos aspiramos.

 

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