Si Duarte estuviera vivo y entre nosotros estaría promoviendo la anulación del contrato con Barrick Gold; alarmado con la enajenación creciente de las costas; motivando el rechazo a la entrega, a través de concesiones mineras, de las principales cuencas de captación y de los ríos que allí nacen; sorprendido al ver carreteras y caminos privatizados y al servicio de compañías extranjeras; sometiendo instancias y promoviendo acciones para acabar con el fraude en la venta y distribución de la energía eléctrica; recibiendo las bombas lacrimógenas en el Parque Mirador del Sur mientras acampaba pacíficamente en reclamo de que Loma Miranda no sea destruida; opuesto a la instalación de bases militares extranjeras en nuestro territorio; promoviendo la integración regional; organizando comités de resistencia a la violencia de Estado puesta al servicio de intereses ajenos a la patria; sería calumniado y combatido por fiscales, jueces, congresistas, funcionarios y empresarios que se sienten amenazados por sus ideas y por su práctica.