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El Frente Amplio plantea que se debe sacar la politiquería y los politiqueros

Frente Amplio Frente Amplio De: Archivo

Para normalizar las relaciones con otros Estados y recobrar credibilidad internacional, el Gobierno debe, igualmente, actualizar su política exterior, superando el anacronismo, propio de la época de la "guerra fría", de reconocer al régimen de Taiwán, una isla de apenas algo más de 36 mil kilómetros cuadrados con 20 millones de habitantes, como representante de un país de casi mil cuatrocientos millones de habitantes y ocho millones de kilómetros cuadrados, como es la República Popular China.

El Frente Amplio plantea que se debe sacar la politiquería y los politiqueros fanatizados del Ministerio de Relaciones Exteriores, las representaciones diplomáticas y la dirección de Migración, sustituyéndolos por profesionales competentes que conozcan el derecho internacional, los tratados internacionales y la historia de las relaciones con Haití y otros estados antillanos y caribeños.

A esos diplomáticos se debe dar entera libertad para que expliquen con franqueza que la cuestionable sentencia del Tribunal Constitucional, que ha creado tanto alboroto, es la acción de una facción del partido gobernante que busca distraer la atención de las acusaciones por corrupción que se hacen a sus integrantes y que desean utilizar ese expediente con fines electoreros futuros.

Así, la administración de Danilo Medina podría encontrar oídos receptivos cuando sus representantes expliquen que el Poder Ejecutivo y la Junta Central Electoral están haciendo lo posible por encontrar soluciones humanitarias al drama creado, poniendo como ejemplo la reducción al mínimo (de un estimado de más de 200 mil a solo trece mil) de las personas que serían afectadas por la sentencia del Tribunal Constitucional, la cual desconoce derechos adquiridos de quienes nacieron en este territorio.

El Frente Amplio considera, además, que el Gobierno debería ajustar las representaciones diplomáticas dominicanas a la realidad de este país, de menos de diez millones de habitantes y 48 mil kilómetros cuadrados, evitando el despilfarro y la ridiculez de tener delegaciones en organismos internacionales que compiten por su número (de "botellas") con las de las grandes potencias, lo que solo genera burlas, en vez del debido respeto por este país.

Tomando medidas de fondo, que otros gobiernos tengan que analizar con cuidado, el nombre de República Dominicana puede brillar nuevamente; tras una contraofensiva diplomática que aporte buenos frutos para todos los dominicanos y dominicanas que vivimos aquí y los que residen en el extranjero.

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