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Un mérito no reconocido al PLD

Sea cual sea la calificación final que reciba el Partido de la Liberación Dominicana como administrador de la cosa pública, hay un mérito de trascendente valor político e institucional que nadie podrá regatearle a la organización fundada por el profesor Juan Bosch.

Se trata del modelo de oposición que aplicó el PLD frente a los gobiernos del Partido Reformista Social Cristiano y el Partido Revolucionario Dominicano, durante los 23 años previos a su ascenso al poder en agosto de 1996.Al margen de los excesos y tremendismos que en ocasiones caracterizaron la línea de oposición del PLD, especialmente contra los gobiernos del PRD, hay que convenir que su aporte como factor de contrapeso y moderación del poder representó una valiosa contribución a la institucionalidad democrática del país.

Se podría decir que si alguna ventaja comparativa tuvieron los gobiernos de Joaquín Balaguer, de Antonio Guzmán, de Salvador Jorge Blanco, y del propio Hipólito Mejía, fue haber contado con una oposición funcional en todas las esferas de la administración pública, una condición que sin duda alguna contribuyó a frenar o limitar los vicios del poder en un sistema político de pobre tradición de institucional y con un marcado tinte populista.

Los gobiernos del PRSC y del PRD contaron con una oposición eficiente y útil que los ayudó a gobernar con sentido de prudencia, equidad y racionalidad en el manejo de los asuntos del Estado, desde la orientación del gasto público, la política fiscal y el endeudamiento, hasta el papel del Congreso, la Justicia, el Poder Contralor y los medios de comunicación.

En el caso de Balaguer, a pesar de haber demostrado siempre un perfil marcadamente autoritario, que ocasionalmente rayaba en el despotismo, nunca dejó de mostrar una actitud de respeto a la crítica pública y al juicio de la posteridad. En cuanto a los gobiernos del PRD, la oposición sin tregua que debió afrontar, generalmente del PLD y del PRSC, lo indujo a gobernar de manera transparente y con una casi obligada necesidad de concertación con el liderazgo político y social del país. La dura oposición del PLD fue un factor importante en la actuación de los gobernantes del PRD frente a los temas de corrupción, transparencia, rendición de cuentas, Justicia e institucionalidad.

El propio líder máximo del PRD, José Francisco Peña Gómez, en su mandato como síndico de la capital, fue ayudado por la firme oposición del PLD y del PRSC no solo a manejarse con rigurosa transparencia, sino también a sortear con buenas razones las grandes presiones de seguidores y ciudadanos que reclamaban favores o compensaciones que no estaban a su alcance.

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