El peso muerto de un rito
Álvaro Guillén estaba en la galería. Tenía sobre la mesa dos vasitos, sal, limón y un litro de tequila. Agarró la botella de agave destilado y sirvió dos shops, uno para él y el otro para mí. Pero cuando extendió la mano para pasármelo, el vaso se le resbaló, cayó al piso y se rompió en mil pedazos.
- Publicado en Cultura
- Miguel Ángel Cid Cid
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