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¡Qué pena! mi pueblo ya no es mi pueblo

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En 1975, se inició la explotación de la mina de oro en óxidos de Pueblo Viejo, Cotuí, por parte de Rosario Mining Resources, la cual fue ulteriormente estatizada por el Estado Dominicano en 1979, y luego cambió su nombre a Rosario Dominicana. Estas actividades permitieron que la minería, que durante la década de los sesenta tuvo una participación en el PIB inferior al 2%, lograra más que duplicar su importancia en la economía durante la década de los 70, cuando el sector alcanza su época dorada, logrando representar en el 1976 el 6.2% del producto interno bruto del país.

Por Pablo Vargas Sánchez. Hace unos meses, visité la provincia donde nací, Sánchez Ramírez, la cual está ubicada en el Cibao oriental, en la región nordeste de República Dominicana. Esta provincia está enclavada entre montañas verdes, con muchos ríos de aguas cristalinas, donde se ve una neblina romántica al través de los rayos del sol en las tempranas horas del día.

La temperatura es sumamente agradable. Siempre parece primavera. La gente es servicial, laboriosa, creativa, y siempre te saluda con una sonrisa. Y nuestras mujeres son extremadamente hermosas. Venga para que lo compruebe. Voy a acompañar este artículo de imágenes y algunos videos tomados por otras personas para que así vean los demás puntos de vista al respecto.

Manejando, de camino hacia mi pueblo, pensaba en lo que algunos amigos que hace algún tiempo no veía me habían dicho. Ellos me decían que la región en la realidad está viviendo situaciones embarazosas. Con razón, al llegar, noté muchas cosas cambiadas—algunas mejoradas, unas empeoradas, y otras desaparecidas, o en extinción. Ya casi no hay pajaritos volando en los matorrales como cuando éramos niños.

Tratando de ver lo más posible, y aprovechar las cortas vacaciones, anduve por varias calles, callejones, y otros pueblos. Pude notar que se gasta mucho dinero en campañas políticas para elegir a los próximos ricos de la provincia. A propósito de éso, creo que con el dinero "invertido" en proselitismo se pueden corregir la mayoría de los problemas que aquejan a mi pueblo, sin la necesidad de elegir a nadie. Total, al final no han resuelto nada. Todo está peor. Salvo que ahora tenemos políticos que se han enriquecido.

Anteriormente, Cotuí y sus alrededores eran una zona bastante tranquila. Su actividad económica principal era la agricultura con productos como el arroz, cacao, café, plátanos, también se cosechaban piñas, chinolas, entre otros; y hay extensiones de terrenos para ganadería, mayormente en la zona de Cevicos y La Cueva.

Además, en Cotuí se practica la pesca de agua dulce tanto en la Presa de Hatillo, y en los ríos Pontón, Vomita, Camú, Maguaca, y en los canales de riego quebañan las zonas arroceras. Pero, sobre todo, la provincia siempre ha sido rica en yacimientos mineros: oro, plata, mercurio, cobre, níquel, hierro, mármol, arena silícea para fabricar vidrio, y arena para la construcción.

A propósito de la arena silícea, la Fabrica Nacional del Vidrio, ubicada en San Cristóbal, debió haber sido establecida en Cotuí, y no tan lejos de las minas de arenas silíceas extraídas al sureste del municipio. Pero, en esos tiempos mandaba el Generalísimo Trujillo, y él prefirió instalar la fábrica en su provincia natal de San Cristóbal, dejando a Cotuí sólo con los hoyos de las excavaciones para extraer dicha arena.

En mi visita de observación comparativa a mi viejo pueblo pasé por Cevicos, La Cueva, Cotuí, La Mata, La Bija, Angelina, El Pescozón, Fantino, Las Canas, Los Corozos, Sabana del Meladito, entre otros. Y, por supuesto, no podía dejar de ir a la atracción principal, el lago artificial más grande de Las Antillas, La Presa de Hatillo. Ese es un lugar majestuoso.

En mi recorrido, también noté que había varias viviendas con patios sin desyerbar, muchos haitianos sembrando, haciendo la limpieza, y corte del arroz y otros frutos.  Hasta vi haitianos motoconchando. Contrario a lo sucede ahora, antes había orgullo en mantener los patios limpios o sembrados de frutos y/o flores; y además de ir a la escuela, nosotros mismos teníamos que sembrar, hacer limpieza, cortar, y choguear en las parcelas y fincas de arroz y otros frutos de la zona. ¡Y éramos felices así!

Hoy día, todo ha cambiado. Parece que mucha gente se ha desilusionado y prefiere no hacer nada. Prefieren jugar lotería con el fin de mejorar su suerte, usar drogas y otros vicios, prostituirse, irse a Bávaro, o escapar hacia otros países. Muchos han tomado una yola hacia Puerto Rico. Y en el más afortunado de los casos, muchos se han mangueado una visa hacia Los Estados Unidos haciendo lo que sea necesario para lograrlo.

Primero, déjenme mezclarles mis experiencias con un poco de historia sobre Cotuí para que puedan comprenderme mejor. A la llegada de los europeos a la isla, en el año 1494, se inició la afluencia de personas hacia esta zona atraídas por las minas existentes en la zona gobernada por el indio Cotoy, de donde proviene el nombre del municipio cabecera común, Cotuí. Este hecho lo evidencian las exportaciones de oro a España, realizadas por Colón en esa fecha, por un valor equivalente a 30,000 ducados.

Ya en el año 1500, la ambición por el oro y otros metales preciosos reportados por Colón dio inicio a una industria minera rudimentaria, en los primeros años de esta década y, por ello, más colonizadores llegaron a la isla en busca de metales preciosos, los que se encontraban fundamentalmente en los lechos de los ríos en zonas donde hoy se ubica la minera de Pueblo Viejo, en Cotuí.

Al igual que ocurrió en años posteriores, han sido muchos los asentamientos en esta zona de familias procedentes de otros lados del país y del extranjero. Por el año 1525, a pesar de que los nuevos colonos importaron mano de obra indígena y negra de otras zonas, ante las muertes por maltrato, hambre y otras adversidades sufridas por los indios, para ese año la explotación de oro fue prácticamente abandonada por falta de mano de obra.

De nuevo, en 1921, unos especialistas norteamericanos en geología establecieron que existía oro en Cotuí y níquel en Bonao– algo que ya todos sabíamos sin ser técnicos en el área. Tanto es así que en mis tiempos mozos, yo recuerdo que cuando nos bañábamos en el rio Yuna, encontrábamos pepitas de oro en la arena.

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