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Opinión: ¿Por qué arde el vertedero de Duquesa?

El botadero de basura denominado Vertedero de Duquesa es el desmentido más contundente de todos los discursos, propaganda y anuncios que hablan de progreso, desarrollo y crecimiento.

La corrupción y la falta de institucionalidad han contaminado y pervertido todo lo relacionado con uno de los negocios más “sucios” y rentables:

• Estafa en la privatización de los terrenos que implicó pérdidas por montos superiores a los que se requieren para su reconversión a los fines de lograr un manejo eficiente y adecuado de los desechos.
• Fraude, tráfico de influencia, peajes y coimas en contratos generalmente incumplidos.
• Simulación y falsos montajes de proyectos ilusorios cuyo objetivo real es cooptar tecnócratas y sostener burócratas para aparentar políticas inexistentes y neutralizar la presión social.
• Impunidad cruzada que protege a los involucrados de cada sector y de cada período.
• Asignación dolosa de recursos para urgencias perfectamente previsibles que facilitan el manejo mafioso de los mismos.
• Mentiras recurrentes en torno a los avances y logros en indicadores inventados que son olvidados cada vez que la realidad pone en evidencia el engaño.
• Gasto desproporcionado en creadores de imagen, medios de comunicación, comunicadores sociales, activistas y difusores en redes sociales.

Las cenizas, el humo, el hollín y los contaminantes del vertedero de Duquesa son también producto de la corrupción, la ineficiencia y la perversión de las claques políticas que han gestionado al Estado dominicano.

Sí, hay que analizar y debatir sobre las soluciones técnicas, sociales, sobre los costos, los plazos, las implicaciones en salud y ambiente, pero no será suficiente.

Para sanear a Duquesa hay que descontaminar al Estado, a sus instituciones, a las lacras que los partidos han instalado y pretenden instalar en los puestos de mando. Urge recuperar lo robado y reorientar las macro políticas para que sirvan de manera eficiente a la cotidianidad de la gente real.

El humo que viene de Duquesa y que afecta hoy al Gran Santo Domingo es producto de la putrefacción político-institucional.

Hay que sanearlo todo, absolutamente todo.

“¡El que no cambia todo, no cambia nada!”

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