A Jhonny Ventura le conocimos al inicio de su carrera artística en la década de los años sesenta en Villa Juana, barrio popular de la zona norte de la capital donde se crio al igual que el autor, siendo un muchacho, pues residía bastante cerca de su casa materna de la calle Tunti Cáceres,  frente a la vivienda de la familia del conocido locutor fallecido hace varios años, Pedro Pérez Vargas y nosotros en la Sumner Welles, justo al lado de la casa de doña Ramona, sus hijos Foy, Dionis y Miguelina,  a quienes él solía visitar para compartir con éstas y otras amistades del barrio.

Al margen de las consideraciones sobre su militancia política actual o pasada, no hay ninguna duda de que el Caballo Mayor, trascendió como el más grande exponente de nuestra música el merengue, no sólo en nuestro país, sino también en distintos escenarios internacionales de América Latina y otros confines del mundo, en los cuales puso en alto nuestra cultura musical, sobrepasando la barrera del tiempo y el espacio, ya que diversas generaciones de dominicanas y dominicanos, así como de otras nacionalidades escucharon, bailaron y disfrutaron de su  contagiosa música y alegría en las presentaciones públicas y privadas que realizaba. 

Su legado artístico y cultural perdurará por siempre en el corazón de todos y cada uno de quienes disfrutamos por sesenta años de su alegre ritmo musical, así como por su compromiso con las mejores causas del pueblo dominicano, de la cual fue solidario en muchos momentos de su prolongada y fructífera existencia como artista y ciudadano de este país. 

¡¡Paz a su alma, y descanso eterno a sus restos!!