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Play the game

Imagen: Celag. Imagen: Celag.

“Mejor es que se vaya acostumbrando. Aprenda a callar sus cosas, porque aquí es peligroso hablar con cualquiera; no piense en su destino; sea buen empleado... ¡déjese llevar! Ya llegará el día de partir, ¡cuando no sirva para nada!”, escribió Ramón Marrero Aristy en su libro “Over”. Ya llegando al final del primer cuatrenio, veo muchos servidores públicos serios y competentes -los que aguantaron hasta el final- que han envejecido aceleradamente.

Si usted ha tenido injustamente que enfrentar el oprobio anónimo en redes sociales o un email, 99% de las veces fue alguien que ha visto sus aspiraciones amenazadas o su seriedad fue un estorbo; o sea, muy probablemente ha sido fuego amigo. Si su jefe dice nada para indicar su desaprobación, es porque se lo está gozando callao. Recuerde el poema “Bajo el sol” de Franklin Mieses Burgos: “sólo lo que no es perdura intacto, por la misma razón de su no ser”.

A los que han de venir, les facilito algunos códigos culturales del argot político:

-  “Le hice un favor” significa “ahí no hubo grasa”; en algunos casos, no hubo forma de cobrarle un chele a un suplidor, por más tácticas de dilación de un pago.

-  “Todos” quieren que sea él quien haga tal o cual cosa es una expresión del tipo sinónimo esterilizado que significa “ese es el que tiene la grasa”.

-  “Hay que cumplir con el proceso” generalmente se refiere a que le están viendo la cara de pendejo porque no saben que usted sabe. Regularmente aplica para un permiso, pago o préstamo.

-  “Ese es un pendejo” indica que no “ha jugado el juego”.

 

-  “El cambio va” es un eufemismo de “hay que adaptarse porque los tiempos han cambiado”.

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