Ahora que hay tantas guerras y rumores de Guerra; Génesis de regulación de las guerras y sus efectos
- Escrito por Milton Olivo
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“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”.
Los intentos de definir y regular la conducta de los individuos, las naciones, y otros agentes en la guerra y para mitigar los terribles efectos de la guerra tienen una larga historia.
Los primeros casos conocidos se encuentran en la Biblia hebrea (Antiguo Testamento). Por ejemplo, Deuteronomio 20:19-20 limita la cantidad aceptable del daño ambiental:
“Cuando sities a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. Más el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla”.
Similarmente, Deuteronomio 21:10-14 requiere que las mujeres cautivas que fueran obligadas a casarse con los vencedores de una guerra no podían ser vendidas como esclavas.
“Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Yahveh tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer…
La meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas,
Y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer.
Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste”.
En el siglo VII, el primer Califa, Abu Bakr as-Siddiq, mientras instruía a su ejército musulmán, establece las siguientes normas relativas a la guerra:
Detente, oh pueblo, para que yo pueda darte diez reglas para tu orientación en el campo de batalla. No cometas traición ni te desvíes del camino correcto. No debeís mutilar a los cadáveres. Ni matar a un niño, ni una mujer ni a un hombre de mediana edad. No hagaís ningún daño a los árboles, ni los quemeís con fuego, especialmente aquellos que son fructíferos. ¡No matéis a cualquier rebaño del enemigo, a excepción de los que os sirvan de alimento! Es probable que os cruceís personas que han dedicado sus vidas a los servicios monásticos; dejadlos solos.
Por otra parte, en las Suras de Al-Baqara; Corán 2.190, Corán 2.191, Corán 2.192 y Corán 2.193 del Corán requieren que, en el combate, a los musulmanes sólo se les permite devolver el golpe en defensa propia contra los que actúen en contra de ellos, pero, por el contrario, una vez que los enemigos dejen de atacar a los musulmanes se les ordena dejar de atacar.
[2:190]: Combatid por Alá contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Alá no ama a los que se exceden.
[2:191]: Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado. Tentar es más grave que matar. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: ésa es la retribución de los infieles.
[2:192]: Pero, si cesan, Alá es indulgente, misericordioso.
[2:193]: Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Alá. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos.