La cultura exógena que arrebata la identidad
- Escrito por Cesáreo Silvestre Peguero
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- Publicado en Opinión

Como nación, no escapamos al influjo de la transculturización. Cuando esta es noble y edificante, enriquece nuestro acervo, nos conecta con el desarrollo y con las tendencias sanas del mundo moderno. Pero, ¡ay de nosotros si tal influencia desciende a corrompernos! No está mal dejarnos guiar por normativas de decencia y respeto que rigen a las grandes naciones. Nosotros, como país en vías de desarrollo, necesitamos contemplarnos a través del cristal de la modernidad y la dignidad. Sin embargo, abrir las puertas a patrones conductuales aberrantes es algo que debemos rechazar con determinación.
La sociedad actual, y en especial los países de Latinoamérica, ha sido penetrada por costumbres foráneas que promueven música depravada, exaltan la degeneración sexual, incitan a la violencia y fomentan el consumo vulgar de estupefacientes. Es urgente detener esta marea de descomposición social que invade sin tregua la República Dominicana.
A este cuadro sombrío se suma la falta de institucionalidad, exhibida de manera grosera y descarada ante la indiferencia de una oposición política que, en lugar de ser vigía y guardiana de la democracia, permanece muda.
Observe usted, por ejemplo:
En la República Dominicana, el Día del Trabajo (1.º de mayo) está consagrado por la Ley 139-97, la cual establece claramente que esta fecha no debe ser movida. El Ministerio de Trabajo ha reiterado una y otra vez que ese día se celebra y no se labora. Solo si el 1.º de mayo cae en domingo, el feriado se traslada al lunes siguiente.
Esta ley fue concebida para preservar el sentido y la memoria histórica de la lucha obrera, para honrar el sudor y el sacrificio de quienes construyen la nación. Sin embargo, en un acto que desborda el límite de la legalidad, el Día Internacional del Trabajador ha sido trasladado por decreto del jueves 1.º de mayo al lunes 5 del mismo mes, violando así la esencia y la letra de la Ley 139-97.
¿Puede acaso un decreto colocarse por encima de una ley? ¿Nos hemos doblegado tanto ante el poder económico que el propio Estado desacata su marco jurídico para complacer a los grandes empresarios?
Estas son las grietas que van minando los cimientos de nuestra identidad y dignidad como nación. Ya es hora de despertar, de alzar la voz con firmeza y convicción, de recordar que somos un pueblo llamado a vivir con decencia, justicia y respeto por las normas que nos rigen.