Salvemos la sociedad
- Escrito por Santos Aquino Rubio
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- Publicado en Opinión
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La sociedad dominicana ha experimentado cambios sociales, económicos y políticos, a partir de la caída de la dictadura trujillista que gobernó con dureza y con sentido de finca, la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, por 31 años.
Sin embargo, los dominicanos hemos perdido desde entonces, un elemento de esencia en la democracia, en la vida cotidiana y en la convivencia social. Los valores éticos y morales han involucionado de tal manera, que nadie respeta, la autoridad tiene menos valor, las fuerzas coercitivas perdieron la credibilidad ganada y ahora nadie siente temor ni respeto por ellos.
De nada vale reclamar y plantear la necesidad de transparencia, de respeto e institucionalidad que muy bien enarbola el presidente Luis Abinader, si los subordinados no acogen como se debe sus buenas intenciones y ni siquiera la escuela incluye en sus programas los valores del civismo y la moral, como ocurría antes con la cartilla de valores de Eugenio María de Hostos.
El desorden en el tránsito, la incursión de patanistas, motoristas, camioneros y conductores de autobuses públicos, así como el poco respeto de los gremios que los agrupan, es un problema que debe abordarse con responsabilidad y sanciones ejemplares a quienes transgreden las acciones del Estado.
En el caso de la inmigración irregular no se avanza mucho en su control, porque quienes deben hacerlo, muchas veces son parte del negocio y cuando salen 100, entran 200, para muestra vayan a las fincas cafetaleras, los cultivos de ancho, chinola, tabaco y otros, para que vean que están repletas de los vecinos que se desplazan cuando la autoridad ya no transita, es decir, noche y madrugada.
Los dominicanos auténticos, los educadores por vocación y la autoridad competente y responsable, deben levantar la bandera de la dominicanidad y retomar esos valores para rescatar la sociedad.
Es tiempo de dejar atrás los intereses particulares y pensar más en el país, ya que ni las iglesias hacen esfuerzos por esos valores y no estamos lejos del desorden total. ¡Salvemos la sociedad, nuestra sociedad!