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"Homenaje a Wilfrido Var-Jazz"

La publicidad que motivó a buena parte del público que acudió a disfrutar del concierto de este jueves 28 de Junio, 2012, en Casa de Teatro en la XIII entrega del Santo Domingo Jazz Festival, nos invitaba al “Homenaje a Wilfrido Var-Jazz, con la participación de Rafelito Mirabal y Sistema Temperado”, nuestros deseos de ver actuar a Wilfrido Vargas en los códigos del jazz, hizo que  lanzada la invitación, las expectativas creadas era de que nos gozaríamos a Wilfrido Vargas tocando junto a la banda del prestigioso jazzista santiaguero y a partir de las excelsas creaciones de sus exitosos y creativos merengues del pasado, donde el jazz campeaba y no con sutil presencia, se lograrían suntuosos matices creado por el director de los Beduinos, trompeta en alta factura, junto a ésta formidable banda del jazz dominicano.

Después de una larga espera y ante los aplausos de un desesperado público, don Freddy Ginebra dio sus bienvenidas en alegres palabras, agradeció a los patrocinadores por el apoyo al Festival y son tantos los que patrocinan, que me lleva a preguntarme, y creo que no a mi sola, porque otros asiduos me lo han comentado, ¿por qué cada entrega del Festival cuesta RD$500?, pero sigamos, que esta sociedad está hecha a medida de las elites.
 
Gustoso el público se queda bajo el timón de Rafelito Mirabal. Quien en las muchas actuaciones de este Festival, tiene acostumbrado a los/las perseverantes jazzomanos/as a una formidable y –aunque no se haga- bailable presentación, trayendo desde el fecundo Cibao, sus ricas tonalidades de jazz con fusiones con la multicultural música dominicana, como el perico ripiao, el merengue, música cultivada por afro-descendientes como el gagá, entre otros ritmos como la samba brasileña y el compa haitiano. Destacó, mientras presentaba una composición del brasileño Tadeu De Marco, sus consideraciones sobre las amplias influencias que recibió el jazz dominicano de la música brasileña, a partir de la presencia de éste en el país, en los años 90.
 
 
El público, en la abarrotada principal casa de la cultura del país, se gozó, se sufrió por no poder bailar de pies, los altos picos del jazz y sus mezclas, creaciones propias de Rafelito Mirabal, como el Cadete un Tíguere, Periblues, Gagajazz y otros; con los jaleos e irrepetibles improvisaciones del imponente saxofonista Carlitos Estradas, el retoque de la percusión, las tonalidades del teclado conmocionaron a la concurrencia, y así, esta tremenda banda desplegó de composición en composición, con sorpresas como fue la presentación de Titico Carrión, que con el sonar de las caracolas agregó frescas armonías, también brillaron con sus actuaciones los espectaculares: Cuquín Curiel y Joel Guzmán en la percusión,  Otoniel Vargas en la batería, Daniel Álvarez en el bajo, Dionisio de Moya en la Guitarra y en la trompeta Gabriel Jiménez.
 
El momento esperado llegó, Don Freddy sube a escena y presenta a Wilfrido Vargas, que fue recibido con una alfombra de aplausos y ovaciones, el Duende Mayor, le entrega una placa de reconocimiento que lo declara “Gloria del Merengue y la música de la República Dominicana, Casa de Teatro se siente honrada en la XIII edición del Santo Domingo Jazz Festival. Larga vida para el Hermano y el Maestro…”
 
Wilfredo Vargas, feliz recibió el reconocimiento, y remembró su Altamira, puertoplatense de sus años de acercamiento con la música, habló de las incidencias de su Madre, de su Padre en sus estudios y más tarde definición de su vida artística y  contó lo que significó para él, que su Maestro de música, en la lección de solfeo, que eran 58 y que cumplida éstas le entregarían la trompeta para su estudio, cuando iba en la lección No. 22 rompiendo todas las reglas, le fue entregada la misma y lo que representó ese hecho para él.
 
Habló de que sus inicios en la música no es a través del merengue sino a través del jazz, -arrancó aplausos del público-, que es la música que en ese momento lo identificaba. Y entre pieza y pieza compartió sus palabras, donde dejó mensajes de reconocimiento a la banda y a músicos de la talla de Rafelito Mirabal y el saxofonista Carlitos Estrada.
 
 
En este concierto se lució el gran dilema público-artista, ¿se le da al público lo que el público espera? o ¿lo que el artista quiere dar, necesita expresar?, es una gran discusión y la respuesta podría devenir en posiciones encontradas y no externaré mi opinión, y fue una gran sorpresa que nuestro Homenajeado de la noche iniciara tocando guitarra, fue una interpretación de Siño Juanica, esa que canta la tristeza del niño que muere de tos ferina y no se tenía el dinero de la medicina, el público lo fue aceptando con sorpresa, la extenuó, pero lo asimiló, fue al estilo de Wilfrido Vargas, buscando fusionar jazz con hip-hop, salió muy bien, las ovaciones finales del público así lo mostraron.
 
El concierto continúo con la interpretación de famosas creaciones de éste laureado músico dominicano de talla internacional, con exclusivos arreglos de tecladista Mirabal. Como el piano con blancas y negras, subían y bajaban los picos el concierto, en ocasiones se veía a un Wilfrido Vargas quieto en el justo centro de la vorágine musical, sin ninguna actuación, sólo la de observar y esperar que transcurriera todo. Aquí la gran contradicción de la noche, cómo a un músico de su estatura; quien nos cautivó con su trompeta, sus merengues jazzeados ricos en fusiones; no se le sacara mayor provecho a su presencia. A lo mejor sólo hizo falta otro concepto para el concierto.
 
Los formidables arreglos de Rafelito salvaban ese mar de contradicciones, pues se saltaba de la espectacularidad a preguntar que pasa, ¿cuándo el hombre tomará la trompeta? y así llegamos al clímax de la noche con la interpretación del Africano, la que fue magistral. Pero no se respondió, ¿que será lo que quería el negro?.

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