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Investigadores de la cultura no roban el patrimonio cuando realizan su trabajo

Guloyas de San Pedro de Macorís. Guloyas de San Pedro de Macorís. Foto: Augusto Valdivia

En este interesante artículo donde Maribel Núñez, para Acento.com.do, entrevista tres antropólogos e investigadores culturales, los cuestiona sobre el hecho de que si al investigar y producir materiales musicales y audiovisuales les estarían robando su identidad cultural. El antropólogo Carlos Hernández Soto, la antropóloga Soraya Aracena y el compositor y productor musical José Duluc, opinan sobre el tema.

Carlos Hernández Soto, ANTROPÓLOGO

 

1. ¿Cree usted como investigador, que cuando entra en el campo de investigación, mediante visita, mediante contacto directo con los/las actores de las tradiciones, del bien cultural a investigar y que utiliza diversos medios técnicos como grabaciones, fotografías, entrevistas, entre otros, para luego darlos a conocer en documentales, libros, ensayos, artículos, tesis, entre otras plataformas, ¿se roba o despoja de su patrimonio cultural a los investigados, se roban las tradiciones?

 

El patrimonio cultural inmaterial (que, de acuerdo a la Convención de la UNESCO  para la  Salvaguardia del mismo, se manifiesta en  tradiciones y expresiones orales; artes de la representación, como la música tradicional, la danza y el teatro;  usos sociales, rituales y actos festivos; conocimientos y usos  relacionados con la naturaleza y el universo; y técnicas artesanales tradicionales) está compuesto esencialmente por los conocimientos, técnicas y destrezas que sobre ese mismo patrimonio tienen los portadores del mismo, quienes los han heredado de sus antepasados y, a su vez, los transmiten a las nuevas generaciones.

 

Como tal, ese legado no puede ser robado; pero los derechos que sobre él tienen las comunidades y grupos portadores sí pueden ser conculcados, como pudiera suceder, por ejemplo, con música de autoría comunitaria o popular (el caso de Kinito Méndez, por ejemplo, que se atribuyó una canción de religiosidad popular de autor colectivo y anónimo) o el caso de marcas artesanales de tipo neotaíno como las de los Hermanos Guillén, que pudieran ser objeto de apropiación por otros artistas.

 

Los que hacen registros de expresiones culturales (fotografías, grabaciones de voces y música,  grabaciones videográficas) de por sí no incurren en falta alguna al hacerlos, pero deben siempre pedir autorización previa a los grupos portadores y declarar la finalidad de la grabación. Previamente deberían entrar en contacto con la comunidad para no resultar extraños.

Los comunicadores e investigadores deben siempre declarar sus fuentes de información. 

En mí práctica de investigador trato de seguir las normas éticas y de investigación etnográfica:

1)    Entrar en contacto previo con la comunidad por un período más o menos prolongado para conocer a la gente y el ambiente. 

2)    Comenzar la investigación usando técnicas neutras que imposibiliten el rechazo (como la simple participación y normal conversación con la gente). 

3)    Dejar las técnicas audiovisuales (fotos, grabaciones de sonido y grabaciones videográficas) para una fase avanzada de la investigación, cuando ya tenga familiaridad con la gente.  De esa manera, todo pasa como normal. Se han dado casos en que es la misma gente de la comunidad o el grupo la  que me pide hacer fotos y grabaciones  que yo había planificado hacer en el momento oportuno. Ese momento se capta psicológicamente.

 

Leer más en: acento.com.do

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