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Una mujer de grandes ligas

Quien no conoce la conducta de las personas puede creer de ellas y repetir todo cuanto escucha. Mas quien  conoce su manera de actuar frente a las circunstancias  de la vida, no puede más que sentir pena, por aquellos que sindican  reputaciones  inapropiadas a personas  cuya característica principal es el cultivo de valores como la  honradez, honestidad e integridad.

Ha resultado insultante tener que escuchar a “comentaristas” y leer a “escribidores” sobre la reputación de una mujer que en su vida pública y privada ha sido, una escuela de servicio con calidad y apegada a las mejores prácticas éticas en el ejercicio de la función pública. 

Corresponde a la justicia determinar cuanto de cierto tiene la imputación que dice el Ministerio Publico presentara sobre, por lo menos tres ex miembros de la Cámara de Cuentas. Mas de lo que estamos absolutamente seguro es de que, la licenciada Margarita Melenciano Corporán no va a aparecer en un expediente que le sindique malas practicas profesionales y menos que laceren el interés nacional.  

Le conocemos desde treinta y ocho años, y es una persona que actúa de cara al Sol y jamás le hemos visto doblegarse ante el poder, ceder ante el chantaje o arrastrarse por lisonjas. Es una mujer horadamente mezquina y no lo tengo jurar ante Dios porque este ya lo sabe. 

Bastaría narrar un par de episodios que viví a su lado cuando ella era más joven y vivía en condiciones muy precarias, con sus tres niños pequeños y el esposo sin trabajo, recibió la orden de emitir cheques sin fondos por parte de un superior inmediato, prefiriendo dejar el puesto y la institución, antes que violar la ley. Todavía retumban en mi cabeza sus palabras: “Esa es una orden nula, porque viola la ley y los principios administrativos. Hacer eso es estafar y no presto para cosa semejante”. 

El otro hecho aleccionador acaecido bajo su mando  fue, el de un suplidor que “agradecido” obsequio  al personal unos bolígrafos de alta gama, incluida doña Margarita, quien al ser informada ordenó recogerlos y devolverlos, ordenando agriamente, excluir esa empresa del banco de proveedores de la institución y nunca acepto recibir al empresario que insistía en disculparse. 

En más de cincuenta años al servicio de la administración pública, sobran los testimonios de su correcta manera de actuar.  A quienes hemos tenido el privilegio de laborar a su lado, no nos sorprenden sus votos disidentes en el seno de la Cámara de Cuentas, como tampoco nos sorprende que nunca haya alardeado públicamente de los mismos, pese a las insistencias de muchos amigos y medios de comunicación para que lo haga.  Su respuesta siempre ha sido la misma, “los asuntos de Estado son delicados, requieren que se actúe con entereza, pero jamás sacan ventajas de situaciones, aunque para ello, sea necesario escuchar calumnias”. 

Estas líneas tienen el propósito de dejar constancia de lo  injusto que resulta generalizar sin indagar, u omitiendo deliberadamente las necesarias distinciones en las actuaciones de  una persona, que sin que nadie se lo pidiera, ni obligara, actuó como correspondía pese a  los riesgos. Algunos, incluido el ciudadano presidente Luis Abinader Corona, debieran disculparse con Margarita Melenciano y reconocer, su valor y entrega para defender el interés nacional estando en minoría y resistiendo todo tipo de amenazas y ofertas indecorosas. 

El autor es docente universitario y dirigente político.

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