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El capote

Cuando Don Luis Emilio Cid entró a la oficina, el Sr. Macerda estaba detrás de su escritorio, inclinado sobre una pila de documentos. Era un español de 40 años, célebre por su mal genio, y quien compensaba su pequeña estatura con unas grandes gafas bifocales. Don Luis se quedó parado sosteniendo un bulto de herramientas en las manos. Esperaba que su jefe levantara la cabeza del fardo de papeles. Había un aire soldadesco, franquista, en el español. Sacó una lista con el nombre de Don Luis e hizo una seña para que le pasara el bulto. Don Luis estaba nervioso, pero disimulaba fingiendo buen ánimo.

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