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Aspiro

La democracia constituye el predominio popular en el Estado, representado en el gobierno del pueblo para el pueblo, a través de sus gobernantes legítimamente elegidos, los cuales ejercen indirectamente lo que muchos denominan la soberanía popular, delegada por el pueblo.

De ahí que conceptualmente hablando, la democracia se concibe en cuanto a su forma, en una intervención popular en el gobierno mediante el sufragio universal y libre, la libertad de disentir en opiniones o conductas y el derecho de oposición pacífica. Mientras que al adentrarnos a su finalidad, su objetivo no es mas que la de impulsar
el bienestar de todas las clases sociales que interactúan en la nación, restableciendo la igualdad y paridad, elevando por consiguiente el nivel de vida de aquellos excluidos.
Se pueden diferenciar diversos tipos de democracia, pero quiero referirme a la que algunos estudiosos de la materia denominan la democracia autoritaria, la cual es ejercida por un autócrata o por un partido único, es un gobierno del pueblo sin el pueblo.
Es practicada por antidemócratas a todas luces totalitarios, que prescinden de la elección sincera y libérrima de los gobernantes por los gobernados; En este tipo de democracia el paternalismo gubernamental es la tónica de su accionar. Explota la ventajosa posición de la censura, propiciando la autocensura con una desbocada y abusiva propaganda oficial que pregona con estridencia cualquier medida por insignificante que sea, aunque muchas veces no pase de medidas puramente efectistas, escondiendo subrepticiamente su esencia reaccionaria, desvirtuando hacia los demás sus deficiencias, en una acción a todas luces demagógica.
A propósito de democracia, el pasado 30 de mayo se cumplieron 51 años del ajusticiamiento de Trujillo, el tirano que gobernó por tres décadas con mano férrea y corrupta el país, sin embargo muchas de las prácticas de la dictadura siguen presentes en la sociedad dominicana, lo que nos sindica dentro de los países donde la construcción de una verdadera democracia con sentido social, político y económico está en proceso.
Una muestra de eso lo constituyen los acontecimientos suscitados en el país a propósito del proceso electoral pasado, representada por una dilatada y costosa campaña electoral oficialista que trajo consigo una parálisis automática de las instituciones del Estado, un uso abusivo de los recursos del pueblo para favorecer la candidatura gubernamental admitida hasta por el propio Presidente Leonel Fernández cuando declaró la disponibilidad de 40 mil millones de pesos para la campaña del candidato gubernamental, la utilización de militares y policías en el traslado y distribución de electrodomésticos para la compra de voluntades, así como para la protección el día de las votaciones de los compradores de cédulas y para la consecuente intimidación y persecución de políticos de la oposición. Esto bajo la mirada indiferente y cómplice de una Junta Central Electoral parcializada, y un Tribunal Superior Electoral que propició la desarticulación de dos alianzas estratégicas del candidato de la oposición.
La historia de este proceso se escribió así. Aspiro en el futuro a una democracia con libertad y autonomía, basada en el ejercicio pleno de los derechos, la dignidad y la igualdad humana.
Esto que tenemos, no lo es.

 

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