Mi oportuno desahogo: JUBILADO
- Escrito por Ramón Bienvenido Ramírez Vásquez
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- Publicado en Opinión
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Entre el jubilado y el pensionado existe un privilegiado retiro laboral: que el primero se retira o lo retiran entero y con escasas dolencias somática, esqueletal, psíquica, o económica.
El gravísimo error radica en meterlos a todos en la misma licuadora del reloj biológico.
Generalmente muchos jubilados toman la libre opción de jubilarse para relanzar su potencial laboral a partir de nuevos escenarios, no porque estén viejos ni cansados. También, porque se han visto atraídos por oportunas ofertas que podrían relanzar el perfil económico de una nueva vida senil menos agónica, en sociedades donde la vejez es una tortura como en República Dominicana. Donde nada bueno está garantizado.
Un jubilado debe verse como un banco de experiencias, con la veteranía suficiente para gerenciar procesos. Siempre en sinergia con los nuevos talentos calibrando contenido con impacto en el desarrollo.
La realidad del jubilado es verlo como un ente fuera de combate. Arrastrando los pies, y con las miradas muy perdidas en el horizonte. Dando penas, y expuesto al abandono y la indiferencia colectiva.
En consecuencia, hay que repensar el aprovechamiento de las potencialidades del adulto mayor jubilado. Porque la vejez no es una enfermedad contagiosa.
En ése sentido, se impone que los tomadores de decisiones redefinan la estrategia con relación al jubilado. No dotándolos de botiquines, muletas, ni sillas de ruedas. Es, todo lo contrario: engrasarle el millero para seguir sumando calidad de vida.
En fin, hasta un pensionado bajo un fino enfoque de aprovechamiento laboral, podría ser la mejor terapia en término emocional y afectivo. Porque ser útil genera una dinámica hormonal de incalculable trascendencia personal.
En definitiva, vamos a repensar el enfoque. No a través de torneos de juegos de dominó, ni eventos que nos aíslen del resto de la sociedad.
Porque un jubilado bien aprovechado, podría disponer de todas las herramientas profesionales que al más joven le faltaría por explotar.
¡Vamos, que aún podemos!