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Monte Plata, una provincia olvidada

Catalino Berroa Bello. Catalino Berroa Bello.

Alguien se ha referido a la provincia  que vio nacer al “Pico de oro” de la oratoria dominicana, Monseñor Fernando Arturo de  Meriño, con el sobrenombre de “Provincia Esmeralda”. ¡Vaya, merecido halago! ¡Vaya piropo!

Pero aquellos territorios no son tomados en cuenta  por las autoridades competentes.

Parecería que ni su verdor ni sus llanuras, ni sus ríos ni sus alturas, ni el paraíso de los haitises ni sus hondas cicatrices, son adornos suficientes para que los gobiernos se sientan motivados para prestarle atención a estas maravillosas tierras.

A veces pienso que el mismo verdor que en los tiempos electoreros podría parecerle esmeralda a algunos políticos, para sus agónicos habitantes es un  verdor de amarga hiel, esparcida a lo largo de su entorno, por el olvido y el abandono... dormida en un rincón, como el arpa de Gustavo Adolfo Bécquer, esperando una mano diestra que la haga parir las melodías hermosas que lleva dentro.

En esta provincia encontramos hogares que sufren la miseria económica en su máxima expresión. Encontramos familias en casitas paupérrimas, repletas de escasez! Pueblos enteros, sin sueños, sin esperanza, sumidos en una abominable agonía que parece no tener fin.

Parecería que aun arrastra la maldición de las devastaciones de Osorio, cuando fueron desalojados desde el norte de la isla teniendo que hacer a pie tan larga travesía, con sus niños, animales y corotos a cuestas. Hoy, Monte Plata es un pueblo sedentario, pero su desarrollo económico es nómada, imperceptible, inestable, inseguro, tal vez algún poeta soñador lo vio pasar ligero, incorpóreo y se deslizaba entre la oscura maraña de la desesperanza de un pueblo sepultado por la hez de la indolencia.

Los caminos vecinales de Hato Viejo, El Ranchito,  Piedroso, Piedra Azul, Camarón y toda la red de caminos que intercomunican los diferentes parajes, conucos fincas y plantíos son un monumento al descuido. Las carreteras como la que comunica a Yamasá con Los Guineos,  44 kilómetros de olvido... desde Trujillo,    no ha vuelto a ver asfalto.

No existe un solo servicio público medianamente bueno. El agua potable, la salud, la educación no reciben la dedicación que ameritan, lo cual hace que esta provincia se hunda cada vez más en el pantano de la pobreza.

Falta implementar modelos de producción agrícola con miras a terminar con el hambre desde sus raíces. Bien pudiera el gobierno dominicano brindar serio apoyo financiero y técnico a los campesinos de esa provincia, a la vez que le garantice el mercado a las cosechas. Al menos, este modelo es aplicado en España y los resultados son excelentes.

Falta implementar escuelas laborales,  en las que los estudiantes aprendan oficios con demandas reales, ayudar a los egresados a insertarse como empleados, o apoyarlos económicamente para que establezcan sus propios negocios.

Hemos propuesto en diferentes escenarios que el cacao y otras frutas que abundan en Monte Plata, sean procesados por los mismos productores que así lo deseen, ya que esto generaría numerosos empleos y beneficios económicos.

Entendemos, que si se quiere ayudar a esta provincia “Esmeralda”, solo habría que disponer un poco de voluntad. Monte plata tiene mucha materia prima, muchas riquezas naturales y sus habitantes son gentes laboriosas, solo necesitan el apoyo desde el gobierno, para sacarle beneficio a las riquezas que subyacen en su entorno.

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