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Dominico-Hatianos y Haitianos-Dominicanos

Mucho se ha escrito sobre la situacion de los dominicanos de ascendencia haitiana en la Republica Dominicana, poco se sabe de los hijos de los dominicanos nacidos y criados en Haiti. Existen dos grupos: Los que nacieron de parejas dominicanas y aquellos de uniones entre dos personas de nacionalidad dominicana y haitiana. Serian dominico-haitianos o haitiano-dominicanos?.

 

Sobre la nacionalidad, la reforma constitucional de 2010 en la República Dominicana, en su artículo 18, incorporó de manera más clara, para su adquisición, el principio del jus sanguini. Asimismo, en lo que nos interesa, de acuerdo a la ley, una persona casada con un dominicano o dominicana es considerada nacional de este país. Si así lo desea. También, los descendientes directos de dominicanos.

Es un buen paso para la integración de los dominicanos de la diáspora, quienes a menudo forman familias mixtas. El caso más cercano es en la fronteriza república, donde los lazos afectivos entre personas de los dos países de la isla nunca han tenido barreras legales ni políticas. Se trata de intereses sentimentales y emocionales por encima de las banderas.

La Constitución haitiana no rige la nacionalidad por el jus soli, de tal manera, no ofrece a los hijos de parejas dominicanas el derecho de ser haitianos. Legalmente son dominicanos. En cambio, la reforma constitucional de 2011, a la vez que reafirmó el derecho de sangre, abrió la posibilidad de la nacionalidad múltiple, por lo que ambas constituciones, vía la filiación, permiten a los nacidos en Haiti de parejas mixtas, de ser al mismo tiempo haitianos y dominicanos.

Generalmente, quienes nacen en Haiti, en el marco anteriormente descrito, tienen una identificación con los dos países. Pero, en la mayoría de los casos, debido a las redes sociales y el aprendizaje cultural la balanza va del lado del país de nacimiento y crianza, independientemente de lo legal. De ahí lo de haitiano-dominicano. Lo cual igualmente pasa con los dominicanos de ascendencia haitiana que se sienten más apegados a la República Dominicana.

¿Cuántos son? Difícil de responder a la pregunta. Pero en toda la línea fronteriza existen parejas y familias mixtas. Entre ellas, muchos dominicanos atraídos por algún atributo sexual especial que se cree tiene la mujer campesina haitiana.

También, por la presencia creciente de obreros, técnicos y profesionales dominicanos del personal de las empresas contratas en Haití. Igualmente, viejas y nuevas parejas que se han conocido en los burdeles de Carrefour o de Petion Ville.

Todos, agregados a la colonia dominicana afincada en Haití, cuyas algunas damas propietarias de negocios especialmente salones de belleza se han casado con haitianos. Sin olvidar los jóvenes egresados haitianos de universidades dominicanas, quienes con el amor, han convencido a sus parejas a marcharse de la tierra de Duarte, Sánchez y Mella para instalarse en la de Toussaint o Dessalines. ¿Qué importancia puede tener esto hoy?

Por lo considerado arriba, tanto por filiación, por descendencia como por matrimonio, existe la posibilidad que las personas jurídicamente dominicanas en territorio haitiano con sus derechos civiles y políticos garantizados por la Constitución dominicana sean más que los 22,000 del sonado caso, hasta hoy sin solución, de los dominico-haitianos.

Sobre el particular, se sabe que el argumento de un sector radical que ha tenido la suerte de estar en el poder en los últimos años, es el rechazo a la emergencia supuestamente peligrosa de una minoría nacional de ascendencia haitiana con poder político, que pudiera, de acuerdo a sus brillantes mentes, fusionar la isla.

Como si Obama y los negros americanos por su llegada histórica al poder desde el 2009 pudieran resolver la discriminación racial presente aún en esa sociedad. O los latinos que llegan a puestos electivos en ese gran país logran cambiar radicalmente el orden de las cosas para sus compatriotas.

Dicho sea de paso, la República Dominicana tiene una legislación más avanzada que Haití en términos de integración de la diáspora al permitir a sus miembros con doble nacionalidad, en cualquier país del mundo, llegar hasta la Presidencia con las exigencias previstas por la ley. Lo cual no se vislumbra todavía en la vida política haitiana.

Estamos, sin embargo, ante una situación donde personas jurídicamente dominicanas nacidas en Haití o con doble nacionalidad, se sienten más haitianos que dominicanos. Por otro lado, personas con derecho sanguíneo de ser haitianos que se sienten más dominicanos que haitianos en la República Dominicana.

Contrario a tildar de "peligro" una realidad social innegable e incontrolable, veamos – incluyendo los dirigentes isleños- como contribución a la convivencia y el enriquecimiento cultural entre nuestros dos pueblos, la presencia en ambas sociedades, de los dominico-haitianos y de los haitiano-dominicanos.

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