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Nacimiento del Estado dominicano,ordenamiento del territorio y corrupción

Hubo apropiación de riqueza de los municipios de La Isabela y de Santo Domingo, de lo cual no abundaremos, pero si quisiéramos indicar brevemente como la división territorial después del 1844, año de fundación del Estado dominicano, sirvió como esquema para fomentar el patrimonialismo de la clase política de una región en detrimento de otra.

Es un hecho que para el año 1857 se conocía de la existencia de dos regiones en el país, como lo era también el reconocimiento del desajuste en cuanto a la participación en el poder político de los grupos dominantes de ambas zonas. El dominio del aparato estatal era ejercido básicamente por los representantes de la clase dominante del Departamento Sur, la cual monopolizó el poder político durante toda la Primera República.

Hateros y comerciantes de maderas detentaron el poder político, casi sin ninguna participación de los sectores dominantes cibaeños, que se plegaron a los gobiernos de Santana y Báez a condición de que se les garantizara el desenvolvimiento regular de las actividades que satisfacían sus intereses comerciales privados. La capital del país, situada en el Sur, concentraba el poder económico de la región y el poder político del país en la clase dominante local, aliada de los representantes de las potencias europeas y los Estados Unidos, factores relevantes del proceso político dominicano en aquel tiempo.

La corrupción administrativa, desde una óptica de la distribución del poder territorial-regional, se expresaba en que las riquezas producidas en el Departamento Norte, con asiento en Santiago, eran usufructuadas a través de los impuestos que recolectaba el Departamento Sur, con asiento en Santo Domingo. Este modelo de producción de riqueza en una región y aprovechamiento por otra condujo a que Pedro Francisco Bonó concluyera afirmando que "nuestra sociedad ha sido organizada para el despotismo" (1881). Con lo cual se podría interpretar que el ordenamiento del territorio se prestaba para que los déspotas que controlaban el Estado se apropiaran de las riquezas de una región para su uso personal. La ruina de la economía de una región, en este caso la norte, se podría presentar como parte de los esquemas de corrupción que acompañaron las prácticas patrimonialistas de la construcción del Estado dominicano.

Cabe preguntar: ¿En qué medida las riquezas de las 10 regiones dominicanas, que existen actualmente, son utilizadas para el beneficio de las élites capitalinas?

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