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En favor del Panteón Universitario, por Pedro Mir

Por Danilo Correa. La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el día de la resurrección. A los cementerios católicos se les llama también camposantos, dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén. Y la palabra panteón se utiliza como sinónimo de cementerio en algunas regiones de américa, como México y Andalucía en España.

"Somos mar, somos nube, somos olvido... Y somos también aquello que hemos perdido", escribió Jorge Luis Borges. Una frase repleta de poesía y nostalgia que, en los cementerios tucumanos, cobra una dramática actualidad. No sólo porque cada vez menos gente les lleva flores a sus difuntos, sino porque el abandono de los mausoleos crece casi tanto como la inflación.

La introducción de este artículo se realiza en función de una carta-denuncia dirigida a un medio de comunicación sobre el abandonado estado en el cual está la tumba de quien en vida fue reconocido como el POETA NACIONAL.

Me he unido a su preocupación e hice llegar esta carta a la Directora de la Escuela de Crítica e Historia del Arte de la Facultad de Artes; maestra Zoila Anitza Gutiérrez, cabe destacar que Don Pedro Mir fue profesor durante toda su vida de la antigua escuela de Artes que pertenecía a la Facultad de Humanidades. También es bueno resaltar que la Biblioteca Central, La Facultad de Artes y los Talleres Viejos llevan el nombre de ese ilustre personaje de nuestra Historia y Estética del Arte.

Dentro del diálogo con la maestra Gutiérrez le sugerimos que a través del Consejo Directivo de la Facultad sometiera un proyecto de la construcción de un panteón universitario en diferentes cementerios del país para enterrar a profesores distinguidos de nuestra UASD y al mismo tiempo restaurar o recuperar las tumbas abandonadas de quienes en vida fueron ilustres académicos o servidores universitarios.

La propuesta no es compleja ya que lo único sería solicitarle a los ayuntamientos la asignación de esos espacios y que sea la misma universidad que a través del departamento de Planta Física y Ornato se ocupe de darle el mantenimiento a los panteones en los diferentes lugares que sean edificados.

De esta manera evitamos quedar evidenciados como una institución sin sentimientos hacia la memoria de sus seres queridos, aunque algunos estén pensando y quizás con ciertos grado de verdad: "UNA INSTITUCIÓN QUE ABANDONA A SUS GRANDES VIVOS, QUE NO HARÁ CON SUS ILUSTRES MUERTOS"! SUS MUERTOS ABANDONADOS AHÍ ESTÁN BIEN, NO RESULTAN SER UNA COMPETENCIA PARA NADIE.

Dejo aquí a la consideración de todos la carta del periodista quien se preocupara por el abandono de la tumba del POETA:

En ocasión de pésame, visite el Cementerio Cristo Redentor, ubicado al Oeste de la Provincia Santo Domingo, pero que el Ayuntamiento del Distrito Nacional tiene el control de este camposanto, eso fue lo que más me llenó de impotencia y vergüenza, A pocas miradas del silencio del Sol, observe con lánguidas penas, una deteriorada tumba, encuevada en estelas donde una vez retozaron envejecidos gusanos de aquellos versos patriótico. En ese oxidado espacio, están tirados los restos mortales, del poeta de la Patria, Don Pedro Mir.

Reconocí a mi profesor encadenados entre yerbas y Sol, amordazado con letras y cementos, , una tarja que reza "Pedro Julio Mir Valentín, Después no quiero más que paz. Un nido de constructiva Paz en cada Palma." y luego la burla de la emoción del instante. Te nos vas en un enjambre de Besos. Te quedas en el recuerdo imperecedero...Pero resulta, que ahí están las pruebas de que nadie, nadie, hoy visita ni recuerda al hombre nacional, que grito HAY UN PAÍS EN EL MUNDO.... Y SON DEL INGENIO...entre otros infinitos versos y párrafos en defensa de la soberanía y libertades ciudadanas.

Una vista de las condiciones en que está la tumba de Pedro Mir.

Don Pedro Mir, en el 1949 escribió en Cuba, Hay un País en el mundo, con la capacidad de denuncia, contra las barbaries cometidas por la dictadura de Trujillo.

Parece que los gobiernos que hemos tenidos y el sector empresarial, son hipócritas, no les importa la apariencia oscura de las tumbas de sus patriotas, como es el caso de Pedro Mir, olvidado hasta por las autoridades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde fue maestro meritorio, pero mientras tenía vida y voz para espantar tinieblas y servir de lamparas, era magnificado. No se han dado cuenta del deterioro y la cueva de su ultima morada. !Que lastima!

En ese recinto combativo del saber, donde el eco de su vida retumba aun en el silencio de su olvido. Es verdad, la biblioteca lleva su nombre, pero da vergüenza que personalidades de la poética y la intelectualidad internacional nos visiten y pregunten donde descansa el himno de la poética nacional, tendríamos que silenciar ahora su muerte.

Ese camposanto, será otra cosa menos santo, porque las bullas de bocinas, apagan los velones y silencian los versos de las oraciones finales. La jauría de realengos y los borrachos dan miedos, al que visita a enterrar un familiar o amigo, por temor a un atraco u otras agresiones. Porque no hay vigilancia, ni protección al visitante, tampoco al que se queda. Como es un lugar para llevar a pudrir a los pobres que mueren.

El ayuntamiento del Distrito Nacional, permite también que ese lugar sea una plaza para el tigueraje hacer lo que le dé la gana. Por eso es que el poeta Nacional no puede seguir hediendo en el olvido, debe ser llevado al Panteón Nacional, donde descansan los restos mortales de la poetisa nacional, Saloma Ureña de Henríquez y otros meritorios personajes de la Patria.

Debemos hacer una cruzada para que el gobierno central se de una vuelta al Cementerio Cristo Redentor en su recorrido, sorpresa para que se lleve una inhumana sorpresa, al ver la condición de la tumba, casi abrazada de maleza, y el óxido penetrando donde descansa el faro del verso romántico y patriótico de aquellos momentos parturientos en que la República se descarnaba de dolor. Pedro Mir, labrador de sílabas, ni un paso atrás...no hay momento para pensar en la retirada donde los campesinos no tienen tierras....ni para la muerte...

El Ministerio de Cultura, en la persona de su principal ejecutivo, José Antonio Rodríguez, debe de tomar papel y lápiz, para empujar el recuerdo y hacer una realidad en el Congreso Nacional, ese mismo que lo designo como el poeta nacional, en vida, entiendo que debe seguir siendo nuestro Padre de la poética dominicana, y conducir a este símbolo patrio donde debe de estar, en el salón más alto de la Patria. No ahí, en ese donde nadie tiene respeto ni por la cruz, tampoco por el honor...

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