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Juan Bosch, golpe y democracia

Lo correcto es que como ciudadanos responsables de mantener vivo un legado que iniciaron Duarte y los Trinitarios, que refrendaron los restauradores y por el que lucharon los constitucionalistas, en lugar de sentarnos, cruzarnos de brazos o asumir actitudes pusilánimes de vago espíritu patriótico, debemos estar activos, firmes y dignos, para que no se nos  desmorone en meses un sistema que como país nos ha costado décadas construirlo.

Los conceptos, regresión, estancamiento y fortalecimiento de la democracia, definen a grandes rasgos el estado en el que se encuentra el sistema democrático en un determinado país, la ocasión nos invita analizar cuál es la situación de una democracia que fue interrumpida en su génesis, sin alcanzar el mas mínimo enraizamiento social de las ideas que le dieron origen.

En la madrugada del día 25 de septiembre del año 1963, Santo Domingo fue el escenario de un golpe de Estado que cercenó las más genuinas aspiraciones del pueblo y creó las condiciones caóticas que luego constituyeron los más atroces y nefastos hechos que registra la historia  democrática en la patria que naciera en febrero del 1844 y renaciera en agosto 1863.

La acción de complotar muchos establecen que se basaba en los análisis infundados del posible surgimiento de un gobierno comunista en el país vista la cercanía incuestionable de Bosch y Fidel,  a esas condiciones sumémosle el hecho de que meses antes cuba había sido el escenario de la guerra de los misiles, hecho que trasladó las acciones de la guerra fría a la región latinoamericana, ese factor alimentaba todas las acciones, armadas o no, que se pudieran realizar en contra de los gobiernos progresistas o de izquierda en esta parte del mundo.

Pero la realidad es, que esa intención golpista nació con la derrota electoral humillante del partido Unión Cívica Nacional, que representaba la derecha ante el triunfo abrumador del Partido Revolucionario Dominicano en las primeras elecciones de la era post dictadura el 20 de diciembre de 1962, es indudable que la acción golpista de la aburguesada derecha dominicana estaba alimentada del  miedo al hecho de que el nuevo gobierno no permitía la opresión contra los más débiles tal y como ellos acostumbraban en una suerte de nueva esclavitud y mucho menos permitía el estado anárquico en el que preferían vivir, beneficiándose de su clase en el lumbral de la opulencia y el despilfarro.

El hecho de disolver el congreso nacional, suprimir la constitución más avanzada que haya tenido el país, la instalación del gobierno de facto conocido como el triunvirato, encabezado por Enrique Tavares, Ramón Tapia y Emilio de los Santos, las revueltas de abril del 65, la segunda intervención Norte Americana y los crueles, virulentos y nefastos 12 años posteriores, son solo parte de las secuela y laceraciones que a corto y mediano plazo dejó en el cuerpo de la patria el andrajoso golpe contra el pueblo del que ya hacen 49 años, logrando además otro exilio del profesor Juan Bosch, esta vez en Puerto Rico con toda su familia.

Parte de lo que a veces para los estudiosos del acontecer histórico del país resulta inexplicable es, que antes de llegar al poder ya Bosch conocía enormemente la idiosincrasia de su pueblo y de forma muy particular las artimañas de las que sería capaz la derecha y la burguesía dominicana ante un gobierno progresista como el suyo,  la más fehaciente muestra de ese conocimiento previo la constituyen los planteamientos esgrimidos por este en 1970 en su formidable obra "composición Social Dominicana" pero además el era un conocedor de la política internacional y sabía que llevar un pueblo ignorante con una burguesía endiosada, de una dictadura a una democracia participativa, constituía si se quiere hasta una negación dialéctica.

Todas esas acciones de Bosch, la ignorancia del pueblo originada en la pobre educación, el miedo infundado de la derecha dominicana y de la comunidad internacional al surgimiento de un nuevo país bajo el régimen comunista en la región, fueron el detonante del referido golpe de Estado que  produjo el estancamiento democrático en el que nos mantuvimos hasta 1978 cuando ascendió otra vez al poder el PRD con Antonio Guzmán como presidente, en un acontecimiento de singular importancia porque significó una especie de restauración de la democracia y el estado de derecho estancados desde 1963.

De ahí en adelante los dominicanos hemos tenido 14 procesos electorales viviendo en democracia, un indicador que denota la existencia de un sistema democrático que independientemente de sus altas y bajas avanza a pasos pequeños pero firmes, de ello podemos colegir que en nuestro país la democracia es una realidad que se solidifica con el tiempo y con los acontecimientos democráticos que dentro de ella tienen lugar.

Recientemente participaba en un dialogo en una prestigiosa universidad nacional que tenía como tema "¿Democracia para qué?"  no puedo negar el pavor que imprimían en mí los planteamientos de intelectuales de izquierda, llamándole ramera, loca y desaliñada a la democracia dominicana, en una especie de eufemismo que no contribuye para nada a una actitud progresista, positiva, consecuente y responsable del  Dominicano ante su sistema democrático, si no, más bien, a una actitud derrotista y frustratoria que invita a quemar las naves porque en palabras de ese mismo intelectual de izquierda "Esto se Jodió"

Particularmente entiendo que el proceso de surgimiento, permanencia y fortalecimiento de una democracia, al igual que todos los procesos sociales, madura con el tiempo y con las acciones que haciendo ciudadanía de alta densidad participativa podamos impregnarle al sistema, creo que nuestra democracia puede ser débil institucionalmente pero sigue siendo democracia y hay que seguir trabajando para mejorar eso, podremos tener gobiernos buenos o malos, pero el hecho de que surjan de procesos electorales democráticos, los hace legitimo y sea cual sea su suerte esa acción de elegirlos que nos da el sistema es una fehaciente muestra de avance de nuestra democracia.

De igual modo si partimos del hecho, que la democracia la construyen los ciudadanos y estos a su vez no tienen la formación necesaria, no tendremos una democracia vigorosa, pues mientras más y mayor calidad tenga nuestra educación, más inteligente, objetiva y educada será nuestra democracia, condiciones que ante los procesos electorales nos permitirán elegir el mejor y no el que más dé o al que mas cercanía tengamos.

Lo correcto es que como ciudadanos responsables de mantener vivo un legado que iniciaron Duarte y los Trinitarios, que refrendaron los restauradores y por el que lucharon los constitucionalistas, en lugar de sentarnos, cruzarnos de brazos o asumir actitudes pusilánimes de vago espíritu patriótico, debemos estar activos, firmes y dignos, para que no se nos  desmorone en meses un sistema que como país nos ha costado décadas construirlo.

Me permito terminar mi reflexión sobre nuestra democracia en este 49 aniversario del derrocamiento del profesor Juan Bosch, con la siguiente frase que pronunciara el entonces presidente en su discurso de toma de posesión el 27 de febrero de 1963, "Mientras nosotros gobernemos, en Republica Dominicana no Perecerá la Libertad".

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