La crisis de hoy en los estilos de ocio de los dominicanos | 2 de 6
- Escrito por Luis Alberto Rodríguez Santos (LARS)
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- Publicado en Opinión
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El conocimiento se duplica exponencialmente, en esto coinciden todos los estudiosos del tema. Así como, acentuar que nos encontramos en una época dominada por la inteligencia artificial, el estrés digital y la hiperproductividad, redescubrir el valor del ocio es más urgente que nunca. Por eso el tema giro en torno a la praxis para resignificar la filosofía del ocio, donde resalté la palabra como materia prima en las Industrias Culturales y Creativas en un mundo de ‘IA’ y Recreación". Las ideas tratadas en ese encuentro las refiero aquí, las cuales conectan con de otro artículo de difusión, publicado en Academia.edu. el cual se titula “Decálogo del ocio para sobrevivir en la crisis”. Ambas propuestas coinciden en algo esencial; el ocio no es una pérdida de tiempo, sino una estrategia de vida. Una praxis filosófica que nos ayuda a reencontrarnos con lo humano en medio del vértigo tecnológico.
La palabra —hablada, escrita, cantada o narrada— desde una visión filosófica se posiciona como la materia prima más poderosa en las llamadas Industrias Culturales y Creativas (ICC). En estas Industrias del Ocio se entretejen la literatura, el cine, el teatro, los videojuegos, los podcasts, la publicidad, y más, donde el lenguaje no solo comunica, sino que genera sentido, identidad y economía. En esta sinergia transmediáticas, surgen conflictos y crisis que dan apertura a que se resignifique y que se hagan más efectivo la forma de como producimos y de cómo consumimos, despojándonos de los prejuicios que nos han instalado con las palabras que vienen de los poderes que administran las informaciones.
En mi conferencia resalté: “En el Caribe, el ocio ha sido históricamente malinterpretado. Se le ha vinculado con vagancia o improductividad, cuando en realidad representa un derecho humano, una fuente de salud emocional y una herramienta para la resiliencia social. Una conquista que se refrendó con la aprobación de los Derechos Humanos Universales (ONU 1948)” y acogida por la Asociación Mundial del Ocio y Recreación desde su fundación 1952. Como se aprecia, desde mediado del siglo XX hasta el cuarto de siglo de este XXI, los estudiosos del fenómeno del ocio, estamos eliminando la veladura que lejos de ser una práctica negativa, “el no hacer nada.”, es lo que nos conecta de manera sana con nuestros semejantes y con la naturaleza, para ayudarnos a transitar por la vida. Es en los momentos de ocio humanista, valioso y trasracional cuando tendemos a pensar en cambios verdaderamente revolucionarios. Y en el silencio compartido, es cuando creamos momentos para filosofar y llevar los pensamientos a palabras quegestan las revoluciones. ¡Que viva el no hacer nada, con propósito...!
Continuará en la entrega 3 de 6.