Una parte importante de los grupos de izquierda recurrió al terrorismo como arma de lucha para organizar la resistencia y el PRD, principal partido de oposición, se convirtió en un jolgorio.

La sangre corría por los contenes de las calles de todas las ciudades dominicanas, sangre de jóvenes que luchaban por la dignidad de su pueblo, pero también, sangre de soldados y policías que eran emboscados y asesinados para quitarles las armas con las cuales supuestamente se organizaba la caída de Balaguer.

La población civil quedó a merced de la lucha entre dos fuerzas, la del gobierno y la oposición, poniéndose muy de moda el asesinado de billeteros y quinieleros en nombre de la revolución.

Hacia 1970 Bosch inició un proceso de transformación del PRD, a través de la formación de sus cuadros y la adopción de medidas que facilitaran el orden y la detención de actitudes corruptas dentro de la organización, fracasando en el intento, por lo que en l973 decidió salir del PRD, creando una nueva organización que negara los vicios y defectos que él le atribuía al viejo partido.

Fue así como nació el PLD, una organización a la que todo el mundo le reconoció disciplina, honestidad y capacidad organizativa ejemplares, hasta que la influencia del proceso de apertura en Europa del Este, lo hizo transformarse, de un partido de cuadros a un partido abierto y electoralista similar al PRD y el Partido Reformista, cambio doloroso para Bosch porque significó una involución en la manera de ser y hacer política.

Entonces, el grupismo resurgió, la lucha del poder por el poder se intensificó, surgiendo un liderazgo grupal cuya razón fundamental de existencia ha sido la de facilitar el beneficio de sus integrantes, visión muy contrarias a los ideales de liberación nacional y democracia participativa preconizados por el maestro.

De la disciplina y visión democrática auspiciada por Bosch en la construcción del PLD, quedan rezagos aún de líderes y personas que siguen luchando dentro ese partido para procurar una ética y compromiso social que reivindique a Don Juan, pero esta es una tendencia minoritaria, ya que al momento actual, los partidos en sí están subyugados a los grupos, los cuales tienen un carácter extrapartido aún más determinante en cuanto a la implantación de un modelo en el que sin disfraces, se procura el acceso al poder con fines individuales.

Pero, ¿cómo logró Bosch crear un partido disciplinado en medio del caos y por qué esa disciplina luego se perdió?

En su nuevo partido, Juan Bosch dio mucha importancia al aspecto de la institucionalidad, una institucionalidad que estaba por encima de las personas y los liderazgos oportunistas.

Para eso creó un sistema organizacional basado en centralismo democrático.

¿Pero, qué era esto?

Hablamos de una estructura en donde todo el mundo pudiera participar, expresar su propia visión, oponerse incluso a las visiones del Comité Político, pero donde todos, independientemente de sus discrepancias, tenían que someterse a la decisión de las mayorías.

Eso significaba, democracia, porque daba oportunidad de acción y reacción de la disidencia, y al mismo tiempo, orden, porque las visiones individuales tenían que acogerse a las colectivas.

Otro aporte importante de Bosch en materia de avance organizacional fue la introducción en el PLD del método de la unificación de criterios.

De lo que se trataba era de que las líneas políticas, las estrategias y las tácticas del Partido fueran discutidas de manera permanente en los organismos, de manera que las mismas fueran socializadas en forma horizontal, proceso que garantizaba una unificación interna de criterios que luego se expresaba hacia afuera dando una imagen unificada y de consenso a la población, a diferencias de las organizaciones políticas que todo lo discuten de manera pública, muchas veces usando diálogos violentos en los que se destruyen locales, se rompen sillas, se tiran balas y se dan trompadas.

Toda gerencia moderna, en cualquier tipo de institución o proyecto, hace uso hoy de esa visión organizacional de Bosch, donde se abandona la verticalidad, la orden, el jefismo, definiendo en su lugar un liderazgo democrático, participativo e incluyente, que promueva el consenso en la toma de decisiones.

En el caso de los partidos políticos, la visión democrática y ordenada de Bosch ya no tiene mucho asidero, porque estos se han constituido en federaciones de grupos donde uno lucha contra el otro y el otro contra uno, dando un flaco ejemplo de liderazgo social.