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Carta al presidente Danilo Medina

Señor presidente:

República dominicana es objeto de un sombrío escenario de denuncias contra la corrupción administrativa que ensombrece, apesta, palidece, provoca estupor y náuseas, todo por la sinrazón del gobierno para enfrentar tales agravios sintetizados en una dejadez funesta, congraciada con la complicidad entre mansos y cimarrones de la partidocracia.

Las promesas generalmente se olvidan cuando se pronuncian y languidecen como palabras que se las lleva el viento, sin embargo, cuando se escriben quedan en los anales de la historia para que la sociedad misma sea autora de pasar revista y en la posteridad pueda exigir con gallardía el cumplimiento de las leyes.

Si mal no recuerdo, señor presidente, al hacer el juramento en el salón de la asamblea nacional (2012), usted pronunció estas alentadoras palabras, las cuales dejó plasmada en su discurso de posesión, “seré implacable con los deshonestos, oportunistas, y soberbios, desde la presidencia, mediante una gestión austera, profesional y efectiva”, pero como este fue un discurso estrictamente político nadie exige que los corruptos sean llamados a declarar sobre la adquisición de fortunas ilícitas ante los tribunales de justicia.

La inteligencia y la complicidad son muy parecidas cuando se trata de hurtar los bienes ajenos, señor presidente, más cuando cuenta con el apoyo del poder ejecutivo que está al tanto del manejo turbio de los recursos del estado, mientras usted se ufana en decir que su gobierno es transparente.

¿Transparente, señor presidente, en medio de un gran escándalo de corrupción producto de negociaciones fraudulentas, consentidas y rubricadas por los gobiernos de turno, mediante acuerdos con la empresa brasileña Norberto Odebrecht? ¿Transparente con los archivos de la Procuraduría General de la República, preñados de expedientes acusatorios contra funcionarios de los gobiernos de su propio partido.

El que me engaña una vez, mentiroso es; y si me engaña dos, mentiroso yo”, decía su gran maestro, señor presidente, el profesor Juan Bosch y Gaviño, del cual los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), no han captado, ni puesto en práctica, una tercera parte de sus principios éticos y morales.

¡Perdón, señor presidente, si estoy equivocado¡ ¿No fue usted que prometió enfrentar la corrupción con estas palabras?, "estoy dispuesto a empeñar todos los esfuerzos que sean necesarios para asegurar que cada peso de los fondos públicos se invierta de forma eficiente donde se tiene que invertir", más aún, la esperanza del pueblo dominicano se quedó atorada cuando la procuraduría desestimó varios expedientes contra funcionarios de su gobierno por irregularidades en la administración pública.

Hay descontrol en el manejo de las finanzas del estado, señor presidente, descontrol que usted más que nadie conoce y que no promueve junto al Poder Judicial, a fin de restablecer un sistema que contribuya a fortalecer la economía, reducir la pobreza y restablecer la moral en el manejo de las instituciones públicas.

Cumplir las leyes, señor presidente, es un asunto de principios, muchas veces hasta de familia, no así de complicidad con las personas que albergan su entorno. Usted ganó las elecciones con más del 60% y ese porcentaje de votantes es el que marcha en las calles para que le ponga fin a la corrupción administrativa.

El autor es Periodista

Reside en Estados Unidos

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