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Corporatocracia política: Poder y permanencia

La cleptocracia es una democracia corrompida; existe cuando un gobierno se encuentra invadido, minado por la corrupción; o, cuando parte de su funcionariado actúa en beneficio propio o de su partido. 

Por Candido Mercedes / Tomado de Acento.com

 

La Corporatocracia es cuando en un país determinado, el peso de los grupos de interés, grupos organizados, prevalecen  sobre los intereses del Estado, de la sociedad en su conjunto. Empresas de grandes dimensiones hegemonizan el poder político por diferentes instancias, modalidades y dimensiones.

En la Corporatocracia, los intereses organizacionales creados se imponen a la política de Estado, a la política nacional, con diferentes mecanismos de instrumentalización.

La Corporatocracia Política se da allí cuando un partido político actúa como corporación; donde actúan los juegos de intereses, en representación de los actores, en función de sus intereses particulares y personales. Los intereses de la sociedad estarán subordinados a los beneficios, a las rentas, a los intereses del grupo corporativizado.

La caracterización nodal de la Corporatocracia política es su endogamia y su profundo sentimiento y espíritu de cuerpo. El grupo prevalece, independientemente de las diferencias individuales. Sus objetivos como corporación priman por encima de la sociedad. El proyecto de la Corporatocracia no necesariamente ha  de sintonizar con el de la sociedad donde opera y su dinámica desde el Estado, consiste en institucionalizar "el poder", más allá de los mecanismos institucionales, más allá de las reglas del juego establecidas.

En la Corporatocracia Política, el Estado es su razón de ser; es su alimento y lo que le permite su permanencia y logros personales y particulares. A través del Estado construyen sus organizaciones, sus empresas que le permitirán tener la autonomía necesaria para negociar con la sociedad toda y con aquellos grupos de interés tradicionales. Logran, así, un poder económico y social que les permite independizarse de los cauces tradicionales "de los consejos".

Trujillo encarnó en sí mismo todo el Estado; constituyó la Corporatocracia, a través de decenas y decenas de empresas, en un proceso sistemático y permanente de acumulación originaria de capital. Él por mucho tiempo personalizó el capitalismo en la sociedad dominicana y todo el mundo estaba subordinado a cualquier proyecto que emprendiera. El crecimiento del capitalismo era al mismo tiempo el germen de su destrucción, en tanto este iba expresando un continuo de fuerzas sociales que venían incubándose. Su personalismo, que era su fuerte, se convirtió en una debilidad, en una limitación, al  no tener la capacidad de "institucionalizar", de trascender su régimen más allá de él. Trujillo era la hegemonía que lograba a través de múltiples mecanismos, donde existía la coerción como el de mayor peso. La persuasión era todo un tinglado ideológico y de variadas vías de clientelismo, de nepotismo y patrimonialismo. El Estado era él; la sociedad era él. Así Corporatocracia y Corporatocracia política constituían un verdadero paralelismo.

Joaquín Balaguer asumiría un Estado Bonapartista; un gobernante por "encima de las clases", por "encima del bien y del mal". Desarrollaría una clase empresarial, industrial y comercial de manera veloz y con ello la creación de una inmensa clase media. A Balaguer le interesaba el poder político. Su hegemonía no descansaba en el poder económico; sino en su figura, en su aura y en la plataforma de un conjunto de leyes que impulsarían el desarrollo empresarial en República Dominicana.

Era como un acuerdo no anunciado, entre Joaquín Balaguer y los sectores económicos, "yo los ayudo y ustedes me dejan gobernar". La corrupción, el clientelismo, el patrimonialismo, el nepotismo, no venían a constituir una parte consustancial al régimen de Balaguer en sí misma; sino como eje de dominación y de permanencia en el poder. Dicho de otra manera, Balaguer, personalmente, no se beneficiaba de la corrupción, ni construía empresas ni propiciaba empresarios en una simbiosis y articulación en negocios con el Estado. ¡La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho! Un aleteo de que los millonarios creados por sus administraciones no formaban parte de una plataforma institucional y sistémica. ¡Solo la impunidad lo castigaba!

La corrupción, en los tres gobiernos del PRD (Guzmán, Jorge Blanco, Hipólito), se llevó a cabo; empero, no como un eje de articulación y dominación desde el Estado; no como expresión institucional, sino de individuos, de personas que se aprovechan del Estado. La debilidad de los tres: La impunidad. Otra característica es que ninguno utilizó la corrupción como un proyecto de dominación y de poder económico para convertirse en un ente hegemónico, con alta autonomía estatal.

A partir del 2006, el Presidente del Partido de la Liberación Dominicana bosqueja una estrategia de dominación y permanencia en el poder, que lo trascienda a él como persona, pero que al mismo tiempo se configure en un espacio endogámico: "Una fábrica de Presidentes, Senadores, Diputados y Alcaldes". El Expresidente sueña permanentemente con la presidencia; empero, su obsesión no le ha generado un síndrome. Su inteligencia y su carácter le indican, al mismo tiempo, los límites. De ahí la creación de una Corporatocracia Política.

La Corporatocracia Política, le señala que al final de cuentas, lo importante es que el partido se mantenga en el poder, más allá de su figura. La corporación política asume el Estado como una continuación de sus intereses particulares y personales; donde se utilizan los recursos del poder en toda su variedad y el clientelismo y el patrimonialismo se institucionalizan en el Estado, como resorte y palanca de la permanencia.

La política se degrada, en su máxima expresión y los partidos que deberían ser los "articuladores de la representación" de la ciudadanía, de sus necesidades, de sus deseos; desaparecen para dar paso a las relaciones personales, clientelares desde el Estado mismo, con los recursos de los contribuyentes.

La diferencia de este proyecto de dominación es que logra institucionalizarse, más allá de su creador. Se hacen poderosos económicamente y se transforman socialmente, de manera ostensible. Construyen organizaciones y se asocian con otros empresarios. Todos en la Corporatocracia ganan. Sin el Estado no pueden alimentarse. Necesitan el Estado como los seres humanos necesitan el aire y las plantas el agua. La endogamia es su recreación perfecta. Se reproducen sin anularse, sino ampliándose.

En el 1980, la burocracia civil estadounidense era de dos millones nueve mil veinte y tres personas. 30 años después, esto es, en el 2011, la burocracia civil era de tres mil personas menos. En cambio, nosotros, para el 1996, teníamos 220,000 empleados. 16 años después, pasamos al triple de la burocracia.

Los barrilitos, los cofrecitos, los miles de pensiones ofrecidas a personas que ni siquiera trabajaron en el Estado; los salarios exorbitantes; los miles de personas que cobran sin trabajar; los 378 viceministros, 54 ministros, cientos y cientos de asesores y consultores, cientos y cientos de cónsules, vice-cónsules, secretarios y agregados de delegaciones diplomáticas: constituyen la parte "visible" y "legal" de la estrategia de dominación y permanencia.

Por eso es que la sociedad debe exigir el imperio de ley; de la transparencia; de la lucha contra la corrupción; la lucha contra el clientelismo, contra el patrimonialismo; para que cualquiera que aspire al poder lo haga en un clima de competencia y equidad. ¡Esa es la responsabilidad social a que aspiramos, para no seguir haciendo esta tautología de democracia!

Sobre el autor:

Maestría en Alta Gerencia, Especialista en Gestión del Talento Humano, Sociología  Organizacional y Desarrollo Organizacional y Gerencia Social, se desempeña como Consultor  e Instructor Gerencial. Catedrático de las Maestrías de Alta  Gerencia y Gerencia Financiera, del INTEC, Coordinador  de las  Maestrías  en Administración y Recursos Humanos, de la UCE, fue Consultor del PNUD.

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